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Una vida nueva gracias al milagro de la Madre Laura

Por el milagro concedido al médico anestesiólogo Carlos Eduardo Restrepo es por el que La Madre Laura será ahora la Santa Laura Montoya. El médico cuenta no solo su milagro sino como le ha cambiado la vida desde que está sano y todas las emociones encontradas que le acompañan al saber que será él quien entregue al Papa Francisco, el relicario de la Madre Laura.

09 de mayo de 2013
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Por el milagro concedido al médico anestesiólogo Carlos Eduardo Restrepo es por el que La Madre Laura será ahora la Santa Laura Montoya. El médico cuenta no solo su milagro sino como le ha cambiado la vida desde que está sano y todas las emociones encontradas que le acompañan al saber que será él quien entregue al Papa Francisco, el relicario de la Madre Laura. Carlos Eduardo Restrepo, el milagro de la Madre Laura
 
Llegó temprano a la cita que concretamos en la Clínica Las Américas, es un hombre puntual que no desperdicia ni un minuto, y es que desde que está sano, hace 8 años, asume su vida con otro sentido, "He cambiado todo porque el día a día tiene un sentido distinto. Y nada porque nada me importa. Lo que me importa es estar con mi familia, ser un buen médico, ser mejor, poderme ganar la vida decentemente", dice.
 
Es el protagonista de un momento histórico para Colombia, su milagro le dio la santidad a la hermana Laura
Montoya, pero no tiene claro porqué fue el elegido.
 
"Yo soy tan humano como cualquier otra persona, ¿Por qué fui elegido?, ¿Por qué ese milagro mío en un arrume de milagros fue el escogido?, no lo sé, es como una tutela a una EPS, ¿Por qué sale una y la otra no? no tengo respuesta para eso".
 
Su nombre es Carlos Eduardo Restrepo, es médico anestesiólogo y especialista en terapia del dolor; sus días estaban contados hace 8 años de cuenta de una enfermedad indiferenciada del tejido conectivo que padecía desde los 12 años de edad y una inflamación en todos los músculos del cuerpo llamada polimiositis y que comenzó en 2004, ese año fue muy duro, estuvo incapacitado, perdida totalmente su habilidad física, postrado en una cama y con otra complicación de más: la perforación de su esófago. Un sacerdote le aplicó los Santos Óleos porque las posibilidades de salir vivo eran mínimas, sus padres lloraban con él en el hospital y en un momento único vino la oración a la Madre Laura, fue una petición sencilla, incluso pensando en llevarla a los altares, pidiéndole un milagro para que se hiciera santa.
 
"Madre Laura, ayúdeme en este paso y que esto le sirva a usted para llegar a los altares", así fue su oración, corta, concreta y sencilla.
 
De ese momento hasta hoy van 8 años que son para el médico, 8 años extras de vida: "yo ese día me iba a morir, pero en el fondo pensaba, si quedo vivo, al menos que mis habilidades queden intactas".
 
No le molesta contar la historia una y otra vez, no solo en las entrevistas tiene que repetirla, también a muchos pacientes que lo reconocen, hay para algunos curiosidad médica, le piden que les explique cómo era su enfermedad, otros en cambio hacen preguntas espirituales, sobre cómo fue la oración o cómo era su relación con la Madre Laura, un último grupo es un poco más "amarillista" como él los clasifica, le preguntan si vio un túnel, si alcanzó a ver la luz. El doctor Restrepo a todos responde, por ahora no se ha cansado de hacerlo.
 
Es muy expresivo, mueve sus manos mientras habla, por momentos hace pausas y es un buen conversador, mira el reloj constantemente, no le gusta llegar tarde a sus compromisos, tenemos un rato más para seguir hablando.
 
Cuenta que no hay día en que no le rece a la Madre Laura: "yo le pido a ella todos los días que me permita ser un buen ser, que me haga un mejor ser humano", en su casa hay un cuadro enmarcado con la imagen de la santa: "si usted va a mi casa va a ver el vidrio de ese cuadro lleno de huellas, porque siempre lo tocamos para orar".  Y es que la oración no es solo suya, sus padres, sus hermanos, en general su familia y hasta muchos amigos son devotos de la Madre Laura, son testigos del milagro.
 
Sobre la sensación de estar en Roma y entregar la reliquia de la Madre Laura al Papa Francisco hay una particularidad, trata de describirla pero no sabe cómo, es para él la cristalización de un proceso; hay un momento de silencio, como buscando las palabras precisas para ese inolvidable 12 de mayo: "es una sensación que va más allá del asombro, de la felicidad con grito, es visceral".
 
Le hablará al Papa Francisco: "qué maravilla que sea en español, quiero decirle muchas cosas, pareceré un culebrero", tiene claro que le pedirá por Colombia, por la paz, por sus manos para que no se equivoquen, pero también es consciente que cuando llegue ese momento a lo mejor la emoción lo deje sin palabras, y es que su emoción la define con un término muy antioqueño: "como dicen las señoras, me pasmé".
 
Tiene tres imágenes en su mente para el 12 de mayo: una imagen muy global, como la que se ve en las transmisiones desde la Plaza de San Pedro, otra sentado junto a su familia, amigos y la comitiva de Colombia y en la tercera se ve entregándole al Santo Padre la reliquia de la Madre Laura. Habla con mucha emoción sobre este momento, tiene certeza de la importancia que es para el país tener una santa.
 
El doctor tiene que seguir su día a día, más pacientes lo esperan, se despide muy amablemente y emocionado por lo que viene. Aunque su milagro no ha sido el único que ha hecho la Madre Laura se siente un hombre privilegiado: "saber que por el favor que yo recibí como católico se traduce la canonización de una persona santa desde hace mucho tiempo, no tengo palabras".