El drama de los monos aulladores comienza cuando los cazadores se los arrebatan a sus madres para venderlos en las carreteras del país. En ese camino se salvan aquellos que son decomisados por las autoridades y que llegan luego a entidades como el Zoológico Santa Fe para llevar un proceso que pasa por la adaptación y el que aprendan a ser lo que son, micos, animales silvestres.
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