Manuel Saldarriaga - Prisioneros pero limpios parece ser el eslogan de los internos de la cárcel. Se les ve lavando ropa, tenis, sábanas, cobijas y toallas porque la limpieza mitiga su dura situación.
Manuel Saldarriaga - Tiempo para dormir y tiempo para estar vigilantes; tiempo para jugar y tiempo para ponerse serios; tiempo para hacer filas de comida y tiempo para lavar ropa. En la cárcel hay tiempo para todo.
Manuel Saldarriaga - Los patios son escenarios donde los internos pasan el día. En sus baños, precisamente en las pocetas que sirven para lavar manos y dientes, es donde lavan la ropa, los tenis y las toallas.
Manuel Saldarriaga - Y, en una población que supera los cinco mil habitantes, no es raro encontrar a los obsesivos con el aseo. Personas que no admiten mácula en su presentación y, por eso, a la hora de lavar, se toman su tiempo y estriegan con decisión. Tampoco los relajados, quienes apenas sí pasan el jabón.
Manuel Saldarriaga - De cualquier modo, las cuerdas mantienen llenas de ropa colgada, meciéndose sobre las cabezas, secándose al Sol, cuando lo hay. De lo contrario, las ventanas sirven para que las prendas se sequen con el aire que fluye libre entre los prisioneros.