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Cuba, el vecino incómodo de Estados Unidos

Las relaciones entre Washington y La Habana estuvieron repletas de altibajos en el último medio siglo. De los ataques y distancias se pasó a un acercamiento histórico.

  • FOTO AFP
    FOTO AFP
27 de noviembre de 2016
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Pocos hechos fueron tan simbólicos en la historia del último medio siglo como los vericuetos entre Cuba y Estados Unidos.

Los 150 kilómetros de mar (90 millas) que separan a la isla y al gigante norteamericano son poco si se comparan con la larga lista de diferencias y tensiones que los vecinos protagonizaron durante la Guerra Fría, y que se resumen en tres momentos.

El triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, abrió los primeros baches. Washington y La Habana rompieron relaciones diplomáticas, el presidente John F. Kennedy ordenó el embargo económico y comercial a la isla y el nerviosismo mundial creció cuando fueron descubiertos 42 misiles nucleares de la Unión Soviética en la localidad cubana de San Cristóbal.

Mientras tanto, en otras latitudes, la figura de Fidel Castro y su lucha se hicieron atractivas. Según cuenta Mauricio Jaramillo, internacionalista de la Universidad del Rosario, el líder dio seductores discursos, incluso en Estados Unidos, donde se dirigió a grupos de afroamericanos en busca de emancipación.

También hizo lo suyo con los intelectuales. Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre y Octavio Paz entraron a su grupo de amigos, aunque no tardaron en retractarse cuando se percataron de restricciones a las libertades de artistas.

Las mieles de la Revolución no demoraron en volverse sinsabores entre otras figuras. Con la muerte de Ernesto “Che” Guevara en Bolivia y el fracaso de una lucha exportada a Zaire, Congo y Angola, Castro y sus ideas entraron en un segundo momento, esta vez, de ensimismamiento. Estados Unidos aprovechó la situación para convencer a países latinoamericanos de sus dudas respecto del régimen, lo que distanció aún más a los vecinos.

Corriente del deshielo

No obstante, para Washington, las relaciones con el líder clave del comunismo en América cambiaron sultimente con el deshielo, dando lugar a un tercer momento en las relaciones que, aunque ha tenido altibajos, se mantiene hoy. “Del total aislamiento, se pasó a una política exterior en la que el Partido Republicano comienza a aproximarse a los miles de cubanos que llegaron exiliados, pese al señalamiento que dejó la Guerra Fría”, comenta Sandra Borda, internacionalista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

En ese contexto de mayor acercamiento es que aparece, en 1996, la ‘Ley de Ajuste Cubano’, que le da Tarjeta Verde, o residencia permanente, a los cubanos que logren pisar territorio estadounidense y permanezcan allí por un año o que hayan sido admitidos como inmigrantes.

La nueva afinidad entre el Gobierno estadounidense y los cubanos de a pie construyó una especie de nación entre Cuba y Miami (a donde llegan la mayoría de migrantes), pero también incentivó una de las más complejas crisis migratorias del continente.

Las dificultades para controlar la oleada de cubanos que querían llegar a suelo norteamericano por mar, e incluso haciendo la ruta de los migrantes centroamericanos, y ciertos gestos de reconciliación, como la apertura a unas pocas iniciativas empresariales de Estados Unidos en La Habana y la circulación del dólar, fueron creando el ambiente propicio para un restablecimiento de las relaciones.

Fue con la administración de Barack Obama que el encuentro entre los dos países llegó a su mejor momento en 50 años.

El 20 de julio de 2015, Cuba reabrió su embajada en Washington y desde entonces ha ocurrido lo impensable. Un año y medio después, la isla y su poderoso vecino han logrado consolidar un contacto intergubernamental fluido que ha dado lugar al retorno de los vuelos regulares, el restablecimiento del servicio postal directo y a los primeros convenios empresariales en materia de telecomunicaciones.

Pero en esta etapa favorable, varias son las preocupaciones. Obama no logró consenso en su Congreso para dar resultados en los temas esenciales que Cuba reclama: fin de las sanciones económicas y fin de la ocupación militar del territorio que ocupa la base naval de Estados Unidos en Guantánamo. Según la líder disidente Bertha Solís, en la agenda de los dos países muy poco se habla sobre el tema de derechos humanos: “Obama viene a la isla con 800 personas y ninguna nos pregunta a los movimientos qué está pasando con nuestras luchas y si se nos respeta”.

La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos preocupa. En 2017, la relación difícilmente irá por buen camino, prevé Borda, para quien el magnate de seguro hará una revisión a los vínculos entre los dos países. Finalmente fueron cubanos contrarios a Castro los que le dieron una victoria apretada en medio de la indecisión en la Florida.

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