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No mate a ese insecto que se le parece a un zancudo: es tan importante para el medio ambiente

Estos animales por lo general no son perjudiciales para la salud humana y sí de vital importancia para las relaciones ecosistémicas. Descubra qué puede hacer si ve alguno en un espacio cerrado.

  • Tipulidae. Foto: Getty
    Tipulidae. Foto: Getty
24 de abril de 2023
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Hace un par de días la historia de un mosquito gigante se hizo viral en Twitter: “Hola, me presento, soy un tipula, comúnmente conocido como ‘mosquito gigante’. Por el desconocimiento de muchas personas, me están quitando la vida sin ser un peligro para la salud humana”. El mensaje ponía sobre la mesa un tema sobre el que hay que debatir: aunque le dé miedo, es importante no matar a esos seres vivos que se encuentra en el día a día.

Los insectos habitan la Tierra desde hace más de 400 millones de años, mucho antes de que aparecieran los primeros humanos, y al lado de las demás especies que conforman el reino animal hacen posible que la vida exista tal y como se le conoce hasta ahora.

Ellos, claro, tienen sus propias relaciones ecológicas y sus funciones ecosistémicas a través de las cuales se puede conocer el estado de conservación de los lugares que habitan o han dejado de habitar, explica Marta Wolff, directora de la Colección Entomológica Universidad de Antioquia (CEUA) y del Grupo de Entomología del mismo campus:

“En los ecosistemas acuáticos como ríos o lagos, la presencia de ciertas especies de las órdenes Ephemeroptera (moscas efímeras), Trichoptera o Odonata (libélulas), entre otras, pueden decirnos que esos cuerpos de agua están en buenas condiciones, y su ausencia nos puede alertar sobre el deterioro de los mismos”, lo cual sucede porque cuando una parte (ficha) de este complejo que es la naturaleza se debilita o desaparece, el deterioro general se manifiesta en la pérdida de la vida y de la desertificación.

Cosa que sucede en los ecosistemas terrestres, en los bosques, por nombrar alguno, que le deben su existencia a la diversidad de organismos que emergen en ellos, y por la manera en la que se relaciona, aunque es importante comprender que independiente del tipo que sean (acuáticos o terrestres), los insectos ayudan a sostener la vida. ¿Y cómo lo hacen? Responde Robinsson Delrío-Mejía, biólogo y experto en insectos del equipo de Corantioquia y la Universidad CES que busca la protección de la fauna silvestre:

“Ellos controlan las poblaciones de otros animales, ayudan a la polinización y reciclan la materia orgánica. Esto de reciclaje de la materia orgánica significa que algunos insectos utilizan la materia fecal de otros animales o son descomponedores de, por ejemplo, un animal muerto o de trozos de madera para ayudar a reintegrar toda esa energía al ecosistema para que las plantas, los hongos o las bacterias la puedan aprovechar. Son necesarios para mantener el equilibrio en el planeta Tierra”.

Por eso no hay razón para ir por la vida matándolos, sin embargo, resulta algo común entre los hábitos de los citadinos, y en muchos de los casos, tal como le sucede al bicho de la familia Tipulidae (compuesta por varias especies de las cuales solo en Colombia viven aproximadamente 38, y al menos la misma cantidad aún sin descubrir) y de la orden Diptera que se hizo viral en Twitter a través de la cuenta Enséñame de ciencia: “No me alimento de tu sangre —continuaba explicando el animal—, no soy un hematófago. Me alimento del néctar de las flores y ayudo a polinizar, algunos inclusive no nos alimentamos en nuestra fase de imago, pero somos una fuente nutritiva de alimento para aves y otros insectos”.

Según Jhon César Neita, curador de la Colección de Insectos e Invertebrados del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, es cierto, ese mosquito o zancudo, que se reconoce de los otros con los que se les confunde por tener seis delgadas y largas patas, una cabeza pequeña y el movimiento de balanceo que hace cuando está posado sobre una superficie, “contribuye muchísimo a la degradación de la materia orgánica en los procesos de descomposición”, por lo que es común encontrarlos en casa si se tiene un cultivo orgánico o un modelo de compostaje cerca.

A lo que Marta añade que se crían en lugares húmedos, en pequeños charcos, en huecos de árboles, entre el musgo, en hongos, alimentándose de organismos microscópicos hasta que alcanzan su etapa adulta, pueden volar y vuelcan sus hábitos de consumo hacia el néctar de las plantas, por lo que se les considera completamente fitófagos (que solo se alimenta de materias vegetales), nunca de sangre de personas o de otros animales, por lo que no transmiten ninguna enfermedad.

Son importantes en primer lugar porque hacen parte de la vida, porque son alimento para otros organismos y porque al alimentarse de esporas de hongos ayudan a su dispersión, y de hallarlos en una habitación no harán ningún daño, ni siquiera impedirán el sueño o causarán molestias porque no zumban, y si se quisieran sacar de casa, es bueno tener en cuenta que, al ser sus patas tan frágiles, se pueden partir, aunque se intente hacerlo con muchísimo cuidado.

Ellos pueden estar ahí, en el rincón de su habitación, en la búsqueda de pareja y de un buen lugar para su reproducción y sobrevivencia, “atraídos por la luz más que por querer hacerle daño. ¿Y por qué es importante no matarlos? Porque esos organismos son fundamentales para los procesos de control biológico en los hogares, en el día a día”, añade Neita. Además de que la biomasa (tipo de energía renovable generada a partir de la combustión de materia orgánica, la cual se origina a diario a partir de diferentes procesos) que representan los insectos es demasiado grande en comparación a otros grupos de animales que son más carismáticos, como los mamíferos o las aves.

No obstante, hay otros insectos que tampoco representan un grave riesgo para la salud humana, que se encuentran en la cotidianidad y que sí se pueden sacar, como algunas abejitas negras de la familia Megachilidae a las que matan porque muchos creen que son moscas y que tienen por función contribuir en los procesos de polinización, función que comparten con las mariposas y los cucarrones, estos últimos que, asimismo, hacen parte de las cadenas de reciclaje de los nutrientes, ya que su función consiste en “utilizar la materia fecal para alimentarse, enterrarla y permitirle a algunos hongos que regresen esos nutrientes al suelo para ser aprovechado por las plantas”, explica el biólogo Delrío-Mejía.

Entonces, de encontrar alguno dentro de un espacio cerrado y tener la convicción de no querer verlo más, los especialistas proponen varias acciones, teniendo en cuenta que lo más importante “es evitar el contacto físico a toda costa con ellos”:

• Lo principal es hacer una buena disposición de los residuos sólidos porque este es uno de los factores que más fauna atrae a los hogares.

• Cambiar el chip de: “Lo voy a matar” por “Le voy a tomar una foto y le voy a preguntar a una autoridad ambiental competente o a un experto quién es este bicho que acabó de llegar a mi casa antes de tomar una decisión apresurada”. Esto le ayudará a conocer a fondo cada especie y a saber cómo actuar adecuadamente de encontrarlo.

• Retirarlos sin hacerles daño a ellos y sin exponerse a riesgos, en el caso de los arácnidos o los escorpiones. ¿Cómo? Poniéndoles un vaso encima y una hoja de papel por debajo y llevarlos de inmediato hasta alguna zona verde cercana, si son insectos solitarios. Si por el contrario se trata de enjambres de abejas o de avispas que llegan hasta su casa, se deben reportar a la administración municipal, a los bomberos o al Consejo de gestión del riesgo.

• Apagar los bombillos que más se pueda al caer la noche porque muchos de ellos son atraídos por la luz.

• Si se trata de un animal alado se puede empujar hacia una ventana con una bolsa pero sin llegar a tocarlo y con movimientos muy suaves.

Otras dos cosas que también mencionan es que nunca se debe intentar tomarlos con las manos para evitar que se sientan atacados y actúen de manera desafortunada; y que hay que evitar el uso indiscriminado de los agroquímicos porque en muchas oportunidades se tiende a ser muy intolerantes con algunos insectos no queriendo que estén cerca de las casas, fumigando y destruyendo sus hábitats, y ellos llegan a los hogares al percibirlos libres de químicos y, por lo tanto, como un refugio.

La conservación de los insectos y el mantenimiento de la biodiversidad depende principalmente de que protejamos su hábitat, ¿cierto? No ganamos nada cuidando los animales, sino cuidamos la casa de los animales. Es muy importante, que las personas eviten ser agresivas aplicando agroquímicos por todos los impactos ambientales y ecológicos que esa decisión implica”, detalla Delrío-Mejía mientras recomienda sustituir los venenos en los cultivos, por acciones concretas como el retiro manual de las plagas porque “también es verdad que esas plagas muchas veces no son plagas, solo son animalitos que se alimentan de las hojas y eso hace parte de su vida cotidiana”.

Pues como comenta Wolf para finalizar, ellos habitan los espacios que construimos para nosotros gracias a su gran capacidad de adaptación, los habitan en las pequeñas ranuras de las viviendas, entre los libros, o en la esquina más alta de una sala de estar, formando parte del entorno y por diferentes motivos: las mosquitas de la ducha que son atraídas por el agua, las cucarachas que lo fueron porque dejamos utensilios sin lavar o alimentos destapados o las pequeñas hormigas que desfilan por la cocina en busca de comida. “Los insectos están cerca de nosotros porque sencillamente les proporcionamos refugio y/o comida y no en todos los casos son perjudiciales para nuestra salud”.

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