Algo sucedió: durante el último fenómeno de El Niño la temperatura del planeta subió, por primera vez, 1° C sobre la era preindustrial, pero además los niveles de dióxido de carbono crecieron de manera sorprendente.
La respuesta parecen haberla encontrado científicos que examinaron datos de satélite para ver lo sucedido. Y aunque suena extraño, fueron los bosques los responsables de esas emisiones extras. No actuaron como sumidores sino como emisores de carbono.
Esas regiones boscosas del planeta se comportaron de distinta manera.
“En el Amazonas, El Niño afectó la fotosíntesis”, explica Scott Denning, científico climático de Colorado State University. Durante la sequía provocada por el fenómeno la selva húmeda dejó de inhalar el CO2, por lo que más cantidad fue a la atmósfera.
En las selvas tropicales de África, los récords de calor y lluvia combinados aumentaron la tasa de descomposición de los residuos de las plantas. “El material se pudrió más rápido”, aumentando las emisiones.
Y en Indonesia, las condiciones calientes y secas activaron incendios que afectaron suelos ricos en carbono, liberando más CO2 y metano.
Si esas regiones selváticas responderán de igual modo al calentamiento global, podría esperarse un incremento de emisiones de CO2 en vez de su captura.
Hoy los ecosistemas terrestres, en particular las selvas, mitigan parte de las emisiones de combustibles fósiles, capturando del aire cerca del 25% de tales emisiones. Si el proceso se detiene, aumentará el CO2 en la atmósfera, habrá más calentamiento y el ciclo se volverá circular.
Durante El Niño de 2015 hubo emisiones extras de 3 gigatoneladas de carbono, más o menos un tercio de las emisiones por uso de combustibles fósiles. O sea, es un asunto mayor.
Los datos satelitales fueron revelados por la Nasa. Y hasta entonces ese calentamiento récord se atribuía al efecto de gases de invernadero atrapados en la atmósfera.
El calor extra fue atribuido en parte a El Niño y los datos de la Nasa lo confirman, explica Annmarie Eldering, científica del rastreo de CO2 de la Nasa en la misión OCO-2.
Una explicación sorprendente.