Detrás del desesperado acto de un joven de 22 años que intentó tirarse el miércoles pasado del puente de la calle 10 y que fue persuadido en una valiente reacción de la agente de tránsito Johana Cadavid Hernández hay una problemática de fondo que se riega como pólvora en los barrios de Medellin, los préstamos “gota a gota” digitales que se están valiendo de todo tipo de amenazas para estafar a miles de personas.
Según explicó la guarda, el joven que contempló acabar con su vida, venía siendo víctima de una brutal y novedosa forma de extorsión.
“Él está siendo extorsionado por WhatsApp con una nueva modalidad en la que, sino accedía a pagar, aparecería en redes sociales señalado de ser un violador”, explicó Cadavid.
Si bien el caso del joven puede ser el más mediático hasta ahora, las autoridades tienen conocimiento desde hace meses de cientos de hechos similares.
El pasado 14 de junio el periodista Marcelo Montoya también deunció que venía siendo objeto de una serie de amenazas en las que le advertían que sino pagaba una suma de dinero sería “boleteado” por redes sociales acusándolo de ser un criminal.
“Recibí una serie de llamadas en la madrugada que no atendí y en la mañana tenía varios mensajes que me decían que sino pagaba una tal ‘multa por unos servicios que había adquirido’ empezarían a hacer circular una imagen mía por redes sociales en la que decían que yo era un maltratador de mujeres y que había violado una niña de 8 años”.
En la imagen que el desconocido le hizo llegar a Marcelo salía su foto de perfil con un montaje con la amenaza.
Por fortuna, Montoya pudo hacer viral su testimonio antes de que el montaje extorsivo fuera distribuido a sus contactos, por lo que el asunto no trascendió. Aún así él periodista señaló que no descarta que alguien haya puesto su número en alguna aplicación de préstamos de dinero que usa como método de presión este tipo de amenazas.
Desde el mes de abril, EL COLOMBIANO viene alertando de aplicaciones como Supercrédito, Suplata, Plata Colombia, Rapi Crédito, Vida Luja y Profin, entre otras, que supuestamente ofrecen préstamos rápidos y sin requisitos pero que a cambio permiten tener acceso a la galería de fotos, los mensajes de texto, listas de contactos y hasta la localización del celular de quien solicita el crédito. Los montos del préstamo oscilan entre los $50.000 pesos y los $3 millones y son principalmente solicitados por personas de escasos recursos o que no pueden hacer préstamos formales.
La cuestión es que si los usuarios no pagan antes del plazo pactado, los prestamistas amenazan con enviar fotos a sus contactos más cercanos con un mensaje anexo en el que alegan que el moroso es un “mala paga”. Con cada día que pase, al igual que los intereses de las deudas, las presiones aumentan y en un determinado momento ya las acusaciones apuntan a que al usuario es un abusador de menores u otro tipo de acusaciones graves.
Ante este panorama, las víctimas terminan cayendo en estados depresivos en los que su salud mental se deteriora al punto de ser arrinconados a tomar decisiones como la que estuvo a punto de tomar el joven el miércoles.
Una de esas víctimas es Elkin Hurtado Londoño quien hasta hoy sigue sufriendo las consecuencias de esta situación.
Elkin comentó que a finales de abril, por necesidad, tuvo que acceder a un préstamo a través de la aplicación Credibus. Pese a que accedió a todas las peticiones que le hicieron, al final no recibió la plata prometida. Sin embargo, cinco días después de haber solicitado el fallido préstamo le llegaron los temidos mensajes pidiéndole devolver el dinero en un plazo perentorio de una hora.