Una guerra de 20 años está a punto de terminar. Los últimos ciudadanos y funcionarios norteamericanos esperan en las salas y pistas del aeropuerto de Kabul el despegue de los aviones. Alrededor de 112.000 extranjeros han salido de Afganistán desde el pasado 14 de agosto, cuando casi sin resistencia y con un mundo en pasmo, los talibanes entraron triunfantes a Kabul. En la terminal aérea, zona por naturaleza de partidas y reencuentros, se atestigua el fin de un mundo y el inicio de otro.
En las afueras ya no hay filas. En las puertas de ingreso y de salida ya no hay multitudes desesperadas. Una especie de resignación se asienta. “Tan pronto como los estadounidenses se vayan, solo tienen que darnos la señal y luego tomaremos el control”, afirmó para Reuters un funcionario talibán. La exinsurgencia, ahora convertida en gobierno, espera el fin de las operaciones occidentales en el país, fechada para mañana, 31 de agosto. Desde ya toma posiciones rodeando la pista y todo a su alrededor.
Cerraron las autopistas de ingreso, por donde solo transitan buses con los nombres autorizados en listas norteamericanas. “Si su nombre no figura, no puede entrar”, explicó un talibán a AFP. Desde el pasado jueves, cuando un atentado del Estado Islámico (EI) mató a más de 170 personas, los que tienen esperanza de salir lo deben hacer sin equipaje, portando solo una pequeña bolsa de plástico y lo que puedan meter en ella.
Las medidas de seguridad no parecen reducir completamente los temores de los norteamericanos. “La situación sobre el terreno sigue siendo extremadamente peligrosa”, señaló en un comunicado el presidente de EE.UU. Joe Biden: “Me han informado que es muy probable que se produzca un atentado en las próximas 24-36 horas”. Son los últimos riesgos de una operación de evacuación que Biden ha calificado como una de las más difíciles de la historia. Una explosión asentó el miedo durante este domingo. Un cohete de origen desconocido, según dijeron los talibanes, cayó en una vivienda cerca al aeropuerto, provocando la muerte de al menos seis personas, entre ellas niños.
El Pentágono no se ha pronunciado en torno al incidente en concreto, aunque sí lo ha hecho sobre cómo ha evitado otros. En un comunicado firmado por el capitán Bill Urban, portavoz del Comando Central de EE.UU., se anuncia que un dron militar disparó contra un vehículo que se desplazaba hacia el aeropuerto con supuestos yihadistas del EI. Solo unos minutos después, los talibanes confirmaron que es posible que al menos eran tres de ellos, de los que uno habría muerto.
“Hemos firmado un acuerdo con los estadounidenses en Doha al respecto y los ataques están en contra del acuerdo. Según el pacto, no se les permite interferir en los asuntos de Afganistán después de su retirada”, criticó Tolo Abdulhaq Wasiq, miembro de la oficina política de los islamistas en una entrevista local. Las fricciones entre ambas partes en un ambiente tensionado revelan los retos que tendrá la naciente situación: la interacción entre el nuevo gobierno talibán y la comunidad internacional.