Desde 1962, la administración de John F. Kennedy en EE. UU. impuso un embargo a Cuba que se ha recrudecido en 57 años de vigencia. Como contrapeso a esa sanción norteamericana, la Asamblea General de Naciones Unidas ha votado durante 28 años una resolución, no vinculante, en la que el organismo condena el embargo.
Los que sufragan son los estados miembros y ayer se efectuó esa definición en el pleno del organismo. 187 estados votaron a favor de condenar el embargo, mientras que tres (Estados Unidos, Israel y Brasil) lo respaldaron. Entre tanto, hubo dos abstenciones: Colombia y Ucrania.
Así, por primera vez, el país se marginó del bloque casi mayoritario que condena el bloqueo a Cuba que la administración de Donald Trump ha aumentado. El argumento, según el canciller Carlos Holmes Trujillo, es que ese país refugia a “terroristas colombianos confesos” y su apoyo al “régimen tiránico y dictatorial de Nicolás Maduro”.
Trujillo se refiere a los miembros del Eln que quedaron en la isla después de la ruptura de los diálogos con el gobierno de Iván Duque en enero. Además de la relación que mantiene el presidente Miguel Díaz-Canel con el chavismo en Venezuela, a pesar de que la mayoría de países del continente desconocen la administración de Maduro y consideran que el presidente legítimo es Juan Guaidó.
A juicio de la profesora de Ciencia Política de la U. de los Andes, Sandra Borda, “el gobierno optó por la vía media, lo mínimo que podían hacer en un contexto adverso para mantener el equilibrio”. Y es que en los últimos meses la relación con Cuba parece llegar a un punto de no retorno por el asunto del Eln.
Borda lee la votación como una medida coyuntural, mientras que el diplomático e internacionalista Marcos Peckel asegura que “la política internacional del país ya ha cambiado y el reflejo de eso está en la votación. La abstención también es tomar partido”.