“Hace muchísimo calor, solo puedes salir a ejercitarte muy temprano en la mañana y por periodos cortos porque la temperatura está sobre el límite”. Desde el barrio Palermo de Buenos Aires, en Argentina, Celeste Nasimbera relata cómo vive la ola de calor que azota al norte y al centro del país y se extiende hacia los vecinos Brasil, Paraguay y Uruguay.
Las indicaciones del Gobierno argentino son tajantes: no se puede realizar actividad física en horas de mayor calor, menos exponerse al sol entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, hay que mantenerse hidratado, pero ahorrar al máximo el agua.
Una ducha larga es impensable por muy ardiente que esté el ambiente, y hay que limitar el uso de ventiladores y aires acondicionados porque la demanda energética ya generó apagones. Entonces, si se tiene un aparato de aire debe ponerse en 24°C (grados centígrados) para limitar el consumo: en menos estaría más fresco, pero pondría en riesgo el abastecimiento de los vecinos.
Todo comenzó el 6 de enero cuando los argentinos entraron sobre aviso de que se acercaba una ola de calor, y para el martes 11 los estragos de las temperaturas extremas ya eran evidentes: 42,5°C en Córdoba, 41,2°C en Punta Indio, 41,1°C en Buenos Aires y otros niveles cercanos a los 40°C en una decena de localidades del país austral.
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) explica que las olas de calor se generan por la invasión de masas de aire cálido que se forman en latitudes bajas, entre los trópicos y la línea del Ecuador. Para el caso de Argentina, ingresan desde el norte tras formarse en el Amazonas, transportando calor y humedad hacia el cono sur de América.
Desconexión en el calor
Se trata de un fenómeno extremo que se declara cuando los promedios en la temperatura superan por tres días consecutivos los valores normales. Este es un suceso que se ha repetido durante décadas, pero que puede resultar siendo más frecuente o más extenso por la influencia del cambio climático.
“En medio del calor del martes tuvimos un corte masivo, la mitad de la ciudad no tuvo luz, no había internet”, relata Celeste Nasimbera. De los 17 millones de habitantes que tiene Buenos Aires, al menos 700.000 se quedaron sin el suministro eléctrico en medio de la elevada demanda y la amenaza de interrupciones en la corriente se mantiene porque el SMN prevé nuevos picos en la temperatura para el final de la semana.
Leandro Diaz, climatólogo e integrante del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera de la Universidad de Buenos Aires, explica que en el evento actual convergen un cúmulo de causas. Y es que el fenómeno de La Niña y el cambio climático pueden tener un rol importante porque las temperaturas en Argentina se están incrementando, empero, es muy pronto para determinar si el acontecimiento de este enero tiene un vínculo directo con la emergencia climática.
La Organización Meteorológica Mundial apuntó que el cambio climático incrementa la intensidad y la frecuencia de las olas de calor, un efecto que también se siente en los fenómenos de El Niño y La Niña o en las temporadas de huracanes que se viven en otras zonas del continente.
La ola de calor de Argentina de este 2022 ya está en el ranking de los sucesos más extremos desde 1906, cuando empezaron los registros climáticos. Los niveles representan la segunda temperatura promedio más alta de la historia y el récord para el mes de enero desde 1961. Solo en el caso de Buenos Aires, se anotó el nivel más elevado desde 1995, cuando se tuvo un registro de 40°C.
Coletazo austral
El choque también se siente en Brasil y Uruguay. Precisamente, el climatólogo Leandro Díaz resalta que una de las características del fenómeno actual es que está “bastante extendido”.
El Instituto Uruguayo de Meteorología anunció el comienzo de la ola de calor en ese país en la tarde del martes 11 de enero y afirma que esta se extenderá hasta el domingo 16 en el centro, el norte y el oeste. En la ciudad de Florida la temperatura llegó hasta los 40°C y en otras tres (Soriano, Durazno y Paysandú) superó los 39°C.
También hay un riesgo elevado de incendios forestales. En este enero ya se han quemado 22.000 hectáreas de zonas arbóreas, el máximo desde 2005, cuando las conflagraciones alcanzaron 5.000 hectáreas. Para el caso de Brasil la firma MetSul envío una alerta por un posible impacto de la ola de calor en Río Grande del Sur.
Con todo este catálogo de récords, el Cono Sur vive un comienzo de año con tapabocas y gafas de sol