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Los baches que frenan el desarme nuclear

Distancias entre Rusia y EE.UU. ponen en vilo control sobre 12.175 ojivas (cabezas de misil). Radiografía.

  • El Gobierno de Vladimir Putin terminó por ceder a la pretensión de la Administración de Donald Trump de congelar el arsenal. FOTO Getty
    El Gobierno de Vladimir Putin terminó por ceder a la pretensión de la Administración de Donald Trump de congelar el arsenal. FOTO Getty
30 de octubre de 2020
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Las cuatro bombas fueron detonadas, la primera en noviembre, la última en enero, dejando a su paso 362 hectáreas contaminadas y creando lo que se conoce como el “valle de plutonio” en el desierto de Nevada, Estados Unidos. No afectaron vidas humanas, pero tal y como consta en la documentación de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA, por sus siglas en inglés), las consecuencias ambientales fueron tales que obligaron a “la remoción de cientos de miles de yardas cúbicas de suelo”.

Este domingo 1 de noviembre se cumplen 65 años de la primera detonación y con ella, del inicio del Proyecto 56, una serie de pruebas controladas para medir el daño que podía causar un arma nuclear averiada en un accidente.

Los efectos nocivos documentados del Proyecto no detuvieron la carrera armamentística de EE. UU., que sigue siendo la segunda potencia nuclear en el mundo (con 5.800 ojivas) después de Rusia (que tiene 6.375), según cálculos del Instituto de Investigación de Paz de Estocolmo (Sipri, por sus siglas en inglés), y tratados de desarme como el New Start, firmado entre ambos, están en vilo por desacuerdos entre las partes.

A lo largo de la historia, en el mundo han regido al menos 8 acuerdos nucleares, que han impedido una debacle (ver recuadros). Gracias a ellos, hoy se conoce la ubicación de 13.400 ojivas en total, según Sipri.

Pero la enrarecida relación entre Donald Trump y su homólogo Vladímir Putin, sumada a la carrera electoral estadounidense, pueden entorpecer una nueva negociación.

¿Desarme estancado?

El pasado 25 de octubre, la Organización de Naciones Unidas (ONU) celebró la ratificación de Honduras del nuevo Tratado de Prohibición de Armas Nucleares. Ese país fue el número 50 en validar el acuerdo, lo que permitirá su entrada en vigencia el 22 de enero próximo. El acuerdo impide expresamente la utilización, desarrollo, producción, ensayo o almacenamiento de este tipo de arsenal.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, anunció la ratificación como “la culminación de un movimiento mundial para llamar la atención sobre las catastróficas consecuencias humanitarias de cualquier uso de armas nucleares, mientras que el presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (Cicr), Peter Maurer, lo celebró como “un día de victoria para la humanidad y una promesa para salvar el futuro”.

El pequeño detalle que rompe con el optimismo es que ninguno de los países que más ojivas nucleares tiene en su poder firmó el tratado. Colombia, aunque está lejos de representar una amenaza, pues no produce este tipo de armamento, tampoco lo avaló y el tema no es prioritario dentro de su política exterior.

El tratado se anuncia, sin embargo, en un momento clave: de acuerdo con el Sipri, los nueve estados que han documentado poseer armas nucleares (EE. UU., Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte) tenían un estimado de 13.400 de estos artefactos al inicio de 2020, 465 menos que en 2019. El Sipri atribuye esta reducción al desmantelamiento de armas en EE. UU. y Rusia en virtud del tratado New Start que rige entre ambos.

Pero el acuerdo vence en febrero de 2021 y las perspectivas para su renovación no son claras. Las negociaciones han estado estancadas pues Estados Unidos se negaba a extender incondicionalmente el tratado durante un año, como lo pretendía Rusia, insistiendo en que ambas naciones debían congelar su arsenal durante ese tiempo.

Al respecto, el pasado 20 de octubre hubo un destello de acercamiento entre ambos países, Rusia cedió a la pretensión estadounidense y en un comunicado, su Ministerio de Relaciones Exteriores aseguró que esa nación estaba “lista para un congelamiento conjunto con Estados Unidos del arsenal nuclear”.

Pero a pesar del anuncio, y con EE. UU. en plena campaña a la presidencia, las partes no han acordado un nuevo encuentro para ultimar detalles.

Desde la Fundación para la Investigación Estratégica, centro de pensamiento que se enfoca en temas de seguridad internacional, la investigadora Emmanuelle Maitre explicó que son cuatro los factores que están en juego.

“Lo que puede determinar las decisiones que tomen los mandatarios de aquí en adelante es: la estabilidad estratégica, que tiene que ver con la percepción de amenazas; las consideraciones de política local, más complejas del lado estadounidense que del ruso, puesto que puede haber un interés del Gobierno Trump en que el tratado expire; el estado de las relaciones bilaterales, difíciles de anticipar pues la Casa Blanca ha tenido poca claridad en su posición hacia Rusia; y el mensaje negativo que enviaría al mundo la no firma de una prórroga, sobre la voluntad de continuar con un proceso gradual de desarme”, señaló.

Y añadió la “dura postura” que ha tenido la mayoría republicana en el Senado, recordando la carta que 25 legisladores enviaron a Trump en noviembre de 2018, “pidiéndole que antes de cualquier extensión del tratado, considerara la necesidad de renovar el arsenal estadounidense” y que también pedía que la inclusión de China, país hasta ahora reacio, fuera indispensable para el acuerdo.

Y en este punto, insiste la investigadora, las consideraciones políticas de la Administración Trump, que ve en China un rival económico y un enemigo político, “hacen particularmente difícil predecir el futuro del control de armas estratégicas”.

“Trump podría ser persuadido por su equipo de trabajo de aceptar una prórroga de un año de forma provisional, aunque solo sea para dar la impresión de que está dando a las negociaciones una nueva oportunidad. Pero también podría verse tentado a suscribir con Rusia un gran pacto de estabilidad estratégica”, con condiciones distintas a las estipuladas en el New Start, agregó.

Y el contrincante de Trump en las elecciones, Joe Biden, ha usado este estancamiento como parte de su campaña. Dentro de sus propuestas, el demócrata incluyó “buscar una extensión del tratado, como un ancla de estabilidad estratégica entre Estados Unidos y Rusia, y usarlo como base para nuevos acuerdos de control de armas”.

En ese orden de ideas, para el experto en Inteligencia y consultor, Fernando Cocho, el futuro es claro: “Si gana Trump, aumentará la línea dura que ha venido demostrando. Con Biden, las cosas volverán a la calma, como en la época de Barack Obama”.

Con información del Organismo Internacional de Energía Atómica (Oiea), EL COLOMBIANO hace a continuación un repaso por los diferentes acuerdos de desarme nuclear a lo largo de la historia y su estado actual .

Seis décadas de diálogo para evitar un desastre de enormes proporciones

Tratado de Prohibición de armas nucleares

Es el más reciente. Ratificado a la fecha por 50 países, fue aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas en julio de 2017, entrará en vigencia en enero próximo y busca conducir a la total eliminación de este tipo de arsenal. Su texto también prohíbe el despliegue de armas nucleares en el territorio nacional de los países firmantes y la prestación de asistencia a cualquier Estado en la realización de actividades prohibidas. Los estados estarán obligados a prevenir y reprimir cualquier actividad prohibida por el acuerdo, realizada por personas o en el territorio bajo su jurisdicción o control. El Tratado también obliga a las partes a brindar asistencia adecuada a las personas afectadas por el uso o ensayo de armas nucleares, así como a tomar las medidas necesarias y apropiadas de rehabilitación ambiental en las áreas bajo su jurisdicción o control contaminadas como resultado de actividades de prueba o uso de armas nucleares.

Acuerdo nuclear iraní
El mundo está atento al futuro de este acuerdo, luego de que en mayo de 2018 el Gobierno Trump anunciara la retirada de EE. UU., pues la Organización Internacional de Energía Atómica, instancia responsable de vigilar el cumplimiento del tratado, denunciara que Irán ha continuado produciendo manterial nuclear, al punto que sus reservas de uranio enriquecido bajo superan actualmente hasta 10 veces el límite estipulado. Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, China, Reino Unido, Francia y Rusia) y Alemania, acordaron con Irán en julio de 2015 la eliminación de sus reservas de uranio enriquecido medio y la reducción del uranio enriquecido bajo, en un 98 %, ambas materias primas para el desarrollo de armas nucleares. Tras la retirada de Estados Unidos, ese país reactivó las sanciones económicas contra el país del Golfo Pérsico.

Start I y II, sort y new start
Esta serie de acuerdos depende actualmente de la negociación que adelanten Rusia y EE. UU. Inició en 1991, luego de la destrucción de misiles que contemplaba el tratado INF. Estados Unidos y la Unión Soviética firmaron un nuevo documento que bajo el nombre de Start I, sellaba el compromiso de ambas potencias de autolimitar el número de misiles nucleares que poseían. En 1993, el tratado se actualizó bajo el nombre de Start II para incluir la prohibición del uso de misiles balísticos intercontinentales. Tras perder vigencia, fue reemplazado en 2002 por el Tratado de Reducción de Ofensivas Estratégicas (Sort), que estipulaba que ambos países solo podían tener en su arsenal 2.200 ojivas operativas cada uno. Expiró en 2012 y fue reemplazado por el tratado New Start, que fijó los números máximos de arsenal permitido: 700 misiles y bombarderos, 1.550 ojivas y 800 lanzacohetes desplegados y no desplegados.

Reducción de misiles nucleares (INF)
Fue el último de los acuerdos que Estados Unidos firmó con la entonces Unión Soviética tras el fin de la Guerra Fría y entró en vigor en junio de 1988. Suponía la eliminación de los misiles balísticos y de crucero nucleares, que pudieran impactar en un rango entre 500 y 5.500 kilómetros, que estaban instalados en bases militares europeas y que podrían usarse para atacar países de ese continente que fueran miembros de la Otan. El tratado fijó como fecha límite para la destrucción total de los misiles el 1 de junio de 1991. Hasta esa fecha, fueron desmantelados 2.962 misiles de ambas partes. Posteriormente, tanto Rusia como Estados Unidos se acusaron mutuamente y de forma reiterada de violar el acuerdo. La Administración de Donald Trump anunció el 1 de febrero de 2019 que EE. UU. se retiraba del tratado, al que calificó de “caduco y de poca utilidad” y ese mismo día, el Kremlin anunció también su retirada.

Limitación de armas estratégicas (SALT II)
Tras el Salt I, desde 1972 hubo una segunda Conversación Sobre Limitación de Armas Estratégicas, que se denominó Salt II, entre EE. UU. y la Unión Soviética, que se enfocó particularmente en restringir la fabricación de armas nucleares estratégicas y que derivó en otro acuerdo que prohibió el desarrollo de nuevos programas de misiles, de manera conjunta se declaró que los términos del acuerdo estarían vigentes hasta 1985, sin embargo, Estados Unidos siguió adelante con desarrollos como el del misil Trident, a cambio de que la Unión Soviética pudiera conservar 308 de sus misiles balísitcos intercontinentales pesados (SS-18). Este acuerdo también sirvió como base para el Tratado Sobre Misiles Antibalísticos de 1972. Después de su retirada del mismo, Estados Unidos creó la Agencia de Defensa Antimisiles y reactivó el desarrollo de nuevos sistemas ABM, que antes estaban prohibidos por el tratado.

Salt I y Tratado Sobre Misiles Antibalísticos
Fue otro de los esfuerzos por pasar la página de la Guerra Fría. Las Conversaciones sobre Limitación de Armas Estratégicas (Salt I) que tuvieron lugar en Finlandia en 1969 condujeron a la construcción del Tratado sobre Misiles Antibalísticos. Firmado por el presidente estadounidense, Richard Nixon, y el secretario general del Comité Central del Partido Comunista, Leonid Brézhnev, buscaba limitar el número de sistemas de misiles antibalísticos (ABM) que se usaban para defender áreas contra armas nucleares. El acuerdo estuvo en vigencia desde 1972 y tras la disolución de la Unión Soviética, cuatro nuevas repúblicas que anteriormente pertenecían a ella (Rusia, Bielorrusia, Kazajistán y Ucrania) acordaron reemplazar su rol en el tratado a partir de 1997. En junio de 2002 y por voluntad del entonces mandatario George W. Bush, Estados Unidos formalizó su retiro del tratado ocasionando su terminación definitiva.

Tratado de no proliferación Nuclear
Este acuerdo sentó las bases de todos los esfuerzos mundiales a lo largo de la historia para prevenir que las armas nucleares se sigan propagando, fomentar los usos pacíficos de la energía nuclear y promover el objetivo del desarme nuclear. Fue ratificado por 190 países, entró en vigor el 5 de marzo de 1970, tras la Guerra Fría, y prohibió la posesión de armas nucleares a todos ellos, exceptuando cinco, que definió como “estados nuclearmente armados”: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, la Unión Soviética (hoy Rusia) y China. Esos cinco estados se comprometieron a no transferir tecnología nuclear a otros países ni a asistir el desarrollo de armas de este tipo bajo ninguna circunstancia. Tras acusar a Rusia de violar deliberadamente el acuerdo, el 2 de agosto de 2019 el Gobierno de Donald Trump formalizó la salida de Estados Unidos de él. Otros países claves como India y Pakistán tampoco hacen parte del mismo.

Prohibición parcial de ensayos nucleares
Se firmó en Moscú el 5 de agosto de 1963 por 130 países y fue ratificado por 113 de ellos ese mismo día. Con su entrada en vigencia el 10 de octubre de ese año, los países se comprometieron a no hacer pruebas de armas nucleares en la atmósfera, el espacio ultraterrestre y debajo del agua. La inquietud global por este tipo de ensayos se manifestó por primera vez durante los 17 años de negociaciones de la Unión Soviéntica y Occidente, y se vio materializada por primera vez en 1946, cuando Naciones Unidas creó una comisión de energía atómica que buscaba formular propuestas concretas para controlar su utilización. Entre 1957 y 1962, EE. UU., la Unión Soviética y Reino Unido suspendieron intermitentemente los ensayos, con interrupciones causadas por crisis diplomáticas y discrepancias políticas. Las tres potencias terminaron por deponer sus discrepancias en pro de disminuir la tensión mundial.

50
países han ratificado el nuevo Tratado de Prohibición de Armas Nucleares: ONU.
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