Irlanda está horrorizada. Los pequeños esqueletos de hasta 794 bebés —muchos de ellos recién nacidos—, yacen sepultados en las tierras que entre 1925 y 1961 pertenecieron a un centro de acogida de madres solteras manejado por un grupo de monjas en la localidad de Tuam.
En 1975, dos niños que se encontraban jugando en los terrenos que antes pertenecían a la Bon Secours Mother and Baby Home, encontraron debajo de una losa de concreto un recinto subterráneo en el que alcanzaron a ver decenas de pequeños esqueletos. Uno de los niños contó por entonces a medios locales que alcanzó a ver hasta 20.
Pero las autoridades no investigaron de qué se trataba. En el siglo XIX, numerosas hambrunas devastaron a la población e hicieron comunes dichas fosas en todo el territorio irlandés. A una de esas hambrunas endilgaron tal cantidad de bebés enterrados. Desde entonces, una pareja que vive en una casa aledaña se encargó de construir y mantener un pequeño memorial para esos desconocidos.
Hallazgo de una académica
Desde 2012, Catherine Corless, historiadora irlandesa, no se conformó con la versión oficial en torno a ese lugar y, buscando en archivos de muertes en la localidad, halló que de 796 bebés fallecidos por enfermedades como tuberculosis, sarampión, tos ferina, gripa, entre otras, solo dos estaban enterrados en cementerios locales. De esa forma publicó un artículo en el que concluía que el número restante debía haber sido sepultado en fosas debajo de la casa de acogida, especialmente en la zona en la que se ubicaba el pozo séptico.
Así empezó el proceso judicial que, el pasado 3 de marzo encontró una “cantidad significativa de restos en una estructura dividida en 20 cámaras” subterráneas.
En diálogo con EL COLOMBIANO, Corless recordó: “yo estaba estudiando la historia sobre ese hogar de acogida, sin saber los detalles ocultos de la misma, pero poco a poco fui llegando a ese hallazgo”.
A pesar de que han pasado tantas décadas desde que esos bebés fueron enterrados, Corless considera que “una vez que la justicia supo de este caso ha actuado con diligencia y ha reaccionado bien. Tomó todo con mucha seriedad”.
La pregunta que todos los irlandeses se hacen, entre estupor e indignación, es qué crímenes cometieron en ese tiempo las monjas de la Congregación de Bon Secours, un ente religioso que todavía opera en numerosos países.
“No se puede decir de entrada que se cometieron crímenes a propósito”, respondió Corless, “pero hubo mucha negligencia y ciertamente los bebés murieron hambrientos”. De hecho, son numerosos los reportes históricos sobre el sitio que cuentan que, una vez las monjas separaban forzosamente a las madres de sus hijos —por un año o más—, muy poco de lo que recibía la casa de acogida en financiación llegaba en alimentos a los bebés.
“Ahora que han encontrado cientos de restos, no sabemos de qué magnitud será todo el hallazgo, puede ser aún mayor, ni en qué estado murieron y cuáles fueron las causas. La justicia tendrá que contarnos eso”, agregó.
Causas del olvido
Hoy la reflexión de los irlandeses pasa fundamentalmente por dos temas: ¿Fue algo aislado el caso hallado en Tuam? ¿Y por qué ocurrió con facilidad algo tan aberrante?
“Lo que ocurrió en Tuam probablemente se repitió en todas las demás casas de acogida de Irlanda en esa época. Eran administradas de la misma manera, según se puede inferir de archivos y testimonios de supervivientes”, dijo Corless.
“La iglesia católica tenía mucho control de la gente en ese entonces en Irlanda. Las personas le tenían mucho miedo y evitaban ir en contravía de ella. Nadie denunciaba ni hablaba fuerte sobre estos casos. Era por tanto muy fácil para los religiosos tratar a estos niños de la forma que les venía en gana”, concluyó.