Mientras millones de habitantes y turistas disfrutaban la llegada del 2020 con los tradicionales fuegos artificiales de Sidney, no muy lejos de esa ciudad, miles de personas debieron abandonar sus viviendas y pasar la última noche de 2019 y el primer día de 2020 en playas para huirle a los incendios que han consumido más de 5.5 millones de hectáreas en toda la isla, es decir, casi la misma extensión de tierra que tiene un país como Holanda o un departamento colombiano como Casanare.
Ese tipo de contrastes vive Australia por estos días en donde el fuerte verano, que se espera se extienda hasta marzo, es disfrutado por unos pero, a su vez, sufrido por otros.
Este año inició con cuatro personas muertas (que se suman a las 14 registradas hasta el 31 de diciembre) por cuenta de las conflagraciones que afectan a ese país desde inicios del pasado mes de septiembre. Las víctimas eran habitantes del estado de Nueva Gales del Sur, cuya capital es Sidney, ciudad en la que a partir de mañana se iniciará un importante torneo de tenis (ATP Cup) que reunirá a las principales estrellas de ese deporte y que convocará a miles de turistas.
“Tenemos expertos médicos en el lugar que nos aconsejarán en función de las condiciones y se asegurarán que sean saludables para los jugadores, pero también para los espectadores, recogepelotas y nuestros equipos”, declaró el director del torneo, Tom Larne, ante los cuestionamientos de los periodistas por la calidad del aire, fuertemente deteriorada por los incendios.
El panorama no es bueno
Las previsiones del clima para los próximos días no son las más alentadoras para los organismos de emergencias que trabajan contra los incendios.
El primer ministro de Australia, Scott Morrison, admitió que esto podría aumentar la cifra de personas afectadas, viviendas destruidas y hectáreas arrasadas. “El acceso a algunas áreas permanece cortado por las llamas, por lo que tememos que lleguen malas noticias”.
Esta información fue corroborada por el comandante de bomberos de Nueva Gales del Sur, Shane Fitzsimmons, quien aseguró que son muchas a las que su personal no ha podido ingresar. “Nunca hemos tenido tantos incendios a este nivel de emergencia y por eso estamos en un terreno desconocido”, dijo.
Por su parte, las Fuerzas Armadas de ese país enviaron aeronaves a las zonas afectadas para ayudar con la evacuación de personas y el suministro de alimentos.
La otra cara de la moneda la viven las personas voluntarias quienes trabajan en el rescate de los animales que han sufrido con esta emergencia.
El Gobierno australiano aún no tiene cifras oficiales de la cantidad de especies afectadas, pero voluntarios como Tracy Dood afirman que son decenas de canguros, ualabíes, wombats, equidnas y koalas, que han resultado heridos o muertos por cuenta de las conflagraciones.
Las llamas aún no ceden, el humo de esta emergencia ya traspasa fronteras y ha llegado hasta tierras de Nueva Zelanda. Australia busca solución para frenar la fuerza de la naturaleza, pero también piensan en los más de cinco años, que según los expertos ambientalistas de ese país, podría durar la recuperación de parte de las más de 5,5 millones de hectáreas afectadas.
1.000
casas han sido totalmente destruidas por las llamas, según las autoridades.