Hubo un día, cada vez más lejano, en que el azar le sonrió a Irán. Miles de personas abarrotaron entonces las calles de Teherán celebrando el triunfo de lo casi imposible. Banderas ondeaban de la mano de jóvenes incrédulos, pitos y gritos se confundían en torno a la alegría de un documento, uno que abría la posibilidad de un futuro. El Acuerdo Nuclear que Irán comunicó la mañana de aquel 14 de julio de 2015 fue el triunfo de lo menos probable. De algo que nadie creía que podía pasar y que pasó, de la mano de Hasán Rohaní, un presidente poco esperado.
Rohaní fue la sorpresa de un sistema político que vive tensionado entre ser un Estado democrático y uno confesional, que detesta las sorpresas pero suele dejarles un pequeño resquicio de posibilidad.
“Llegó a la Presidencia en 2013 con una plataforma moderada”, explica Mauricio Jaramillo Jassir, analista internacional de la Universidad del Rosario, “Rohaní moderó el discurso de Irán frente al mundo y gestó el Acuerdo Nuclear, lo que va a marcar la pauta de lo que será en los próximos años la relación de su país con el mundo”.
De su gestión habría que delinear una línea entre su primer (2013-2017) y segundo (2017-2021) gobierno. “Su primer mandato generó mucha expectativa en el pueblo iraní”, señala Manuel Alejandro Rayran Cortés, docente de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado, “logró mejorar las relaciones con Occidente e insertó al país en el mercado. Prometió más libertades sociales”.
El azar que lo encumbró al festejo en Teherán permitió también que a más de 11.000 kilómetros de distancia Donald Trump fuera elegido presidente de Estados Unidos. El destino de ambos se enlazó. El norteamericano deshizo el Acuerdo en 2018 y por añadido el futuro de Irán. “Volveremos a imponer el nivel más alto de sanciones económicas”, dijo. Aquellos que rebosaban de alegría en 2015 volvieron a sentir el peso de una economía al borde del colapso.
“El mayor fracaso de Rohaní es la política económica”, señala Jorge Andrés Rico Zapata, investigador de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Pontificia Bolivariana. Las perspectivas de desarrollo se desplomaron. “Los ingresos que logró Irán en el primer gobierno de Rohaní no se materializaron en la gente”, explica Rayran. El Producto Interno Bruto (PIB), que había crecido un 13,4 % en 2016, decreció un 6,0 % en 2018. La apuesta por mejorar la economía a partir de una negociación con Occidente, que redujera las sanciones, comenzó a fallar.
Su fracaso confirmó las dudas del ala más conservadora de la política y lo despojó del apoyo de los reformistas, que alguna vez lo acogieron. Para los primeros, opuestos a cualquier acercamiento con Estados Unidos, Rohaní pareció débil; para los segundos, incumplió sus compromisos en materia de derechos civiles, algo que confirmarían cuando las calles se llenaron de los jóvenes que alguna vez creyeron en el presidente.
“En su segundo mandato adoptó un discurso mucho más nacionalista. Se agudizó la crisis económica y el descontento social aumentó”, señala Rayran. Entre finales de 2017 e inicios de 2018 y entre finales de 2019 e inicios de 2020, miles de jóvenes se lanzaron a las calles a protestar contra el gobierno. En ambas ocasiones por las subidas en los precios de combustible y de elementos básicos del vivir. El derribo “por error” de un avión de civiles por las fuerzas iraníes a inicios de 2020 y el asesinato, poco antes, de Qasem Soleimani, un poderoso general, a manos de EE. UU., terminó por acrecentar la rabia popular.