El próximo domingo 21 de noviembre se realizarán elecciones regionales en Venezuela. Estas son las primeras en las que candidatos y partidos de oposición participarán desde las legislativas de 2015.
El abstencionismo:
Uno de los desafíos que debe superar la oposición es la abstención electoral luego de años de insistencia acerca de la falta de condiciones suficientes para considerar las elecciones como libres y con garantías.
La situación es compleja. Algunos expertos afirman que cuando los venezolanos deban decidir por quién depositar su papeleta virtual serán muchos los que, después de escuchar por tanto tiempo el mismo discurso de sus líderes, opten por la abstención, la misma por la que se han inclinado desde 2017.
La división:
Con el lema: “El voto es el arma de la lucha” el exconcejal David Uzcátegui aspira a ser gobernador del Estado Miranda, que alberga parte del área metropolitana de Caracas.
Para seducir a los votantes, ve necesario un cambio de actitud porque “la oposición tradicional ha cometido un gran error: creer que, porque Maduro es impopular, la oposición es popular”.
“Eso no es verdad; para ganarte un voto hace falta tener presencia en la comunidad, ayudar a la comunidad, estar en las buenas y malas. La oposición tradicional un día dice que no a votar, otro que sí, otro que no y esa incoherencia le está pasando factura”, considera.
Uzcátegui no era el único candidato opositor en Miranda, un estado tradicionalmente detractor de Maduro, sino que competía por el voto con Carlos Ocariz, respaldado por el dos veces candidato presidencial Henrique Capriles.
La competición desató escenas con los simpatizantes de uno y otro peleando por el mismo voto a las puertas del metro o tratando de subir el volumen a sus altavoces para silenciar el mensaje de su rival, mientras este repartía panfletos.
En medio, los miembros del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), cuyo candidato –Héctor Rodríguez– es considerado el delfín de Maduro, sonreían sorprendidos.