Con 8 años ya era el cácher promesa de selección nacional de béisbol en Venezuela y los entrenadores le pedían a su papá, Eduard Frites, que no se lo llevara del país. Santiago David agarraba la pelota con tal rapidez que era la principal amenaza para los bateadores en los campeonatos nacionales y llegó a representar al país en torneos internacionales.
Y el motivo que tenía su padre para no migrar era ese: el béisbol, su hijo atrapando la pelota caliente y que él fuera la promesa del equipo. La historia de Eduard, quien terminó migrando a Colombia, refleja el sentimiento de los suyos. Allá, el fútbol se queda a un lado cuando juegan Leones de Caracas con los Navegantes del Magallanes, o si la selección está en la Serie del Caribe.
A esa pasión beisbolera, el oficialismo le aseguró una transacción de 12 millones de dólares que permitirá que se dispute la temporada que comienza en octubre, que estaba en vilo porque su mayor patrocinador, Petróleos de Venezuela (PDVSA), está en crisis, y los principales peloteros que juegan en las grandes ligas de Estados Unidos no podrán participar por cuenta del bloqueo de Washington sobre Caracas.
Diosdado Cabello, el número dos del chavismo, señaló al opositor Juan Guaidó como el responsable del trance por el que pasa la liga, que necesitará en total 20 millones de dólares para realizar la temporada de tres meses. Es decir, el Estado financió el 60 %. Ahora Cabello toma la posición de defensa del béisbol que en su momento tuvo Hugo Chávez.
El presidente pelotero
Desde 1998, cuando era candidato presidencial, Chávez posaba en los estadios, con uniforme de rayas, bates y pelotas. En junio de ese año, hizo el lanzamiento de honor para un juego entre famosos y estudiantes en la Universidad Central. Uno de sus primeros viajes presidenciales en 1999 fue a las ligas mayores de Estados Unidos para un juego entre el New York Mets y los Toronto Blue Jays.
Para noviembre de 2004, después de salir ileso de un golpe de Estado, se encontraría con el pitcher de Mérida Johan Santana, quien hizo historia al ganar la American League Cy Young Award. Sumó retratos entre los jugadores y en partidos hasta las últimas imágenes, del 2012, cuando calvo, subido de peso y con una marcada papada seguía posando con un bate que llevaba hasta a los programas de Aló Presidente.
En un país de béisbol, ¡quién no iba a querer a un presidente pelotero! “En los últimos 20 años Chávez y Maduro han utilizado el béisbol y el deporte en general a su favor”, así lo explica un historiador de ese país quien pide no revelar su identidad porque, en Venezuela, los que hablan en contra del oficialismo pueden sufrir represalias.
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Ellos, los presidentes, se hacen propaganda, pactan con los atletas y los ponen en cargos públicos para que su figura aparezca apoyando la revolución, como el medallista olímpico y segundo venezolano en obtener una presea dorada, Rubén Limardo, quien se desempeñaba como diputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela cuando fue el abanderado de su país en los olímpicos de Río, 2016.
“Todos preguntan por qué la Liga aceptó el dinero del régimen. La pregunta debería ser por qué un gobierno en crisis puede auspiciarla. La respuesta: es un vehículo publicitario. El chavismo aparenta que todo está normal. ¿Qué? ¡Qué crisis, si estamos jugando pelota!”.
Hay un detalle sobre el béisbol de ese país y es que llegó a Venezuela en 1895 con el pretexto de recolectar dinero para la Guerra de Independencia cubana, que empezó ese mismo año, como lo relatan en el libro Cuba-Venezuela, 80 años de rivalidad beisbolera, 1934-2014. Y ese toque del Caribe es la clave para entender por qué en la isla, República Dominicana o la vecina Venezuela el béisbol es la ley.
Generalmente, “los gobiernos tratan de utilizar el deporte en escenarios de crisis o cuando quieren generar cortinas de humo frente a situaciones críticas. Venezuela, el Mundial en Argentina, la Copa América en Colombia en 2001, cuando la violencia estaba en su momento más álgido”, relata el jefe del departamento de Comunicación Pública de la Universidad de La Sabana, Juan Carlos Cárdenas.