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Dos visiones del mundo se enfrentan por la Presidencia de Perú

Todos los presidentes del siglo XXI cayeron por corrupción. En este ambiente, el país elige un sucesor.

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05 de junio de 2021
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Dos visiones extremas de la realidad, tan opuestas entre sí, que pareciera que vivieran en dos países distintos. Estas son las opciones que, según los analistas, tendrán los votantes peruanos este domingo, cuando definan quién asumirá la presidencia de su nación, entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori.

Las encuestas más recientes hablan de un empate técnico como tendencia, aunque el primer round se lo llevó Castillo en la primera vuelta, el pasado 11 de abril, con 2’724.752 sufragios contra 1’930.762 de su contendora.

Perú celebrará el aniversario 200 de su independencia en plenas elecciones y en un escenario complejo para la legitimidad de sus instituciones, pues el siglo XXI ha estado plagado de escándalos de corrupción en el nivel más alto de su gobierno.

El expresidente Alberto Fujimori (1990-2000) está preso y condenado por cargos de corrupción y violación de DD.HH.; Alejandro Toledo (2001-06) está en libertad bajo fianza en EE.UU. y pendiente de extradición por sobornos de Odebretch; Alan García (2006-11) se quitó la vida en 2019, en medio del operativo policial en el que iban a capturarlo por el mismo caso de esa multinacional brasilera.

Ollanta Humala (2011-16) está en proceso de juicio por Odebretch también; la misma situación de Pedro Kuczynski (2016-18), quien está en detención domiciliaria; su sucesor, Martín Vizcarra (2018-20), fue declarado por el Congreso como “incapacitado moral”, tras lo cual abandonó el cargo, y ahora enfrenta investigaciones por corrupción relacionadas con contratos y la vacunación anticovid.

Manuel Merino, el entonces presidente del Congreso, asumió las riendas del Ejecutivo el 10 de noviembre de 2020, pero renunció cinco días después, en medio de protestas populares. Su heredero en la presidencia del Legislativo, Francisco Sagasti, tomó el poder como parte de la transición hasta las presentes elecciones.

A esta crisis política se le suma la pandemia, que tiene a Perú con la peor tasa de letalidad mundial por el coronavirus, luego de una actualización de sus cifras y su sistema de monitoreo, llegando a 500 muertos por 100.000 habitantes (1’965.432 infectados y 184.942 muertos al 2 de junio).

Los enfrentados

Pedro Castillo es descendiente de una familia del campo, analfabeta y de estrato socioeconómico bajo. Fue docente de escuela pública y dirigente del sindicato de maestros. En su discurso recuerda siempre esta condición y apela al voto de las masas rurales y del magisterio. Su plan de gobierno, por el movimiento Perú Libre, es de línea de izquierda.

El sociólogo Pedro Sánchez, docente de la U. Nacional de Cajamarca (Perú) y citado por la Agencia EFE, expresó que el apoyo que obtuvo Castillo en la primera vuelta “revela el fracaso de la reforma estructural que había iniciado Perú en 2002, con el proceso de regionalización, impulsado durante el gobierno de Alejandro Toledo para superar el excesivo centralismo de Lima. El maestro representa ese reclamo de las provincias, que rechaza un modelo que todavía no ha llegado homogéneamente a todos los sectores del país”.

Además de tener cabida entre esos sufragantes, este candidato recibió el apoyo de los movimientos antifujimoristas, para los cuales Keiko Fujimori representa el riesgo de volver a los excesos y equivocaciones cometidas durante el mandato de su padre.

El pasado jueves, durante los actos de cierre de campaña, Castillo recordó que su plan es convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para cambiar la Constitución de 1993, promulgada en el gobierno de Fujimori. También prometió que, si llega a ganar, procurará que al final del año todos los mayores de 18 años estén vacunados para reactivar el empleo.

En la orilla opuesta, Keiko Fujimori representa el pensamiento de derecha, con su partido Fuerza Popular. Nacida en el seno de una familia capitalina y adinerada, estudió en EE.UU., fue Primera Dama en el gobierno de su papá y luego congresista (2006-11).

Esta es la tercera vez que se postula a la Presidencia; si gana, sería la primera mujer en ocupar ese cargo.

Ha logrado el apoyo mayoritario del sector empresarial. Una de sus banderas de campaña es “salvemos al Perú del comunismo”, en alusión a Castillo, a quien también ha relacionado con el chavismo.

Después de la primera vuelva le ha recortado ventaja a su oponente, conquistando a una parte de los votantes indecisos, de otros partidos y abstencionistas. El premio nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, que en un principio renegaba de ella, ahora le da su apoyo; incluso, su hijo Álvaro Vargas la acompaña en eventos proselitistas.

En cuanto a la pandemia, prometió construir más hospitales, 100 plantas de oxígeno y un bono de US2.500 a las familias que han perdido seres queridos por el virus.

Uno los problemas que arrastra es un proceso judicial por lavado de activos, relacionado con los aportes de Odebrecht a sus fallidas campañas de 2011 y 2016, que incluye a otras 34 personas. Por esta causa judicial, pasó dos periodos detenida, entre 2018 y 2020; el expediente sigue en pie, aunque no la inhabilita para participar en elecciones.

Cálculos políticos

“Estas elecciones son particulares por tres aspectos: 1). Es la primera vez que en Perú hay dos extremos tan marcados, antes había opciones con un tono más moderado, como Kuczynski y Humala; 2). Hay una fragmentación en los partidos tradicionales, y la aparición de nuevas corrientes; 3). Por los casos de corrupción en la Presidencia, hay un altísimo rechazo de los ciudadanos a las instituciones políticas”.

La opinión es de Mauricio Jaramillo, profesor de la facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la U. del Rosario. Desde su visión, a Fujimori no le afectará tanto en las urnas el proceso penal en su contra, sino el lastre de ser la heredera política de su padre, “la creen una defensora del antiguo orden”.

Respecto a Castillo, contó que parte del empresario le teme por su postura izquierdista. “Cuenta con los sindicatos y campesinos, que fueron importantes para presionar la salida de Kuczynski, pero a la hora de subir a un presidente, no han sido tan fuertes”, dijo.

Juan David Escobar, director del Centro de Pensamiento Estratégico de la U. Eafit, enfatizó en el alto nivel de abstencionismo de la primera vuelta. Según la Oficina Nacional de Procesos Electorales, de los 25’287.954 inscritos, votaron 17’713.716; los 7’574.238 ausentes representan el 30 %, el mayor porcentaje de abstención en los últimos 20 años.

Para la segunda vuelta, el voto es obligatorio: quien no lo haga se expone a multas.

“Si la credibilidad en la clase política ya era poca debido a la corrupción, con la pandemia empeoró, pues ahora los gobiernos tienen menos recursos para implementar sus programas”, expresó.

Agregó que en la búsqueda de captar a esos votantes indecisos, Fujimori ha sido más efectiva; sin embargo, “sea cual sea el ganador, es difícil que produzca transformaciones de fondo en Perú, porque la emergencia sanitaria y la crisis económica requieren respuestas inmediatas, y con menos recursos”.

Frente a la pregunta de qué sería más conveniente para la política exterior de Colombia, Jaramillo respondió que esta relación siempre ha sido de naturaleza primordialmente comercial.

“Perú y Colombia tienen fuertes convenios económicos en la Alianza del Pacífico y la Comunidad Andina, y es difícil que eso cambie por el mandatario de turno. Castillo propone un modelo económico nacionalista, pero veo difícil que esto afecte una relación comercial histórica”, acotó.

Para Escobar, una victoria de la izquierda podría cambiar la composición del Grupo de Lima, establecido en 2017 para acompañar a la oposición venezolana en una salida política a la crisis humanitaria desatada por el régimen de Nicolás Maduro. “Este grupo no ha servido mucho en la práctica, pero simbólicamente le restaría importancia una eventual retirada de Perú”, concluyó

30 %
fue el nivel de abstencionismo de los votantes en la primera vuelta.
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