Los suicidios recientes de un estudiante y un docente de la Universidad de Antioquia generaron una necesaria reflexión entre la comunidad académica en torno a las problemáticas de salud mental.
No es un tema fácil. Según la psicóloga y doctora en lingüística, Claudia Vásquez, quien lleva años trabajando en estrategias de atención y promoción en el departamento, en los entornos educativos y laborales prevalece una profunda incapacidad para hacerle frente a situaciones como las conductas suicidas y, en consecuencia, en lugar de que docentes, compañeros y colegas sean facilitadores en la ruta de atención oportuna, la estigmatización por parte de estos termina por aumentar el riesgo entre las personas que urgen por ayuda.
Como parte de la reflexión, el docente Miguel Vásquez, profesor del pregrado de Astronomía al cual pertenecía la joven que se quitó la vida hace unos días, llamó la atención sobre las fallas que tiene el programa de salud mental en la Universidad.
Falta de capacitación entre el cuerpo docente para saber cómo abordar el tema con los estudiantes y cómo obrar ante señales de alerta; déficit en la oferta de espacios para estudiantes y falta de seguimiento a estudiantes que urgen de acompañamiento.
Puntualmente, según Vásquez, hay estudiantes que afirman que las citas de psicorientación se dilatan varias semanas o se cancelan frecuentemente. Y que, además, no existe seguimiento por parte de Bienestar Universitario a los casos que así lo exigen.
No obstante, la directora de Bienestar Universitario de la U. de A., Marcela Ochoa, resaltó que ante la creciente demanda de servicios de salud mental han fortalecido su capacidad para psicoorientación inicial y seguimiento. También destacó que la universidad tiene dos líneas que funcionan 24 horas durante los siete días semanales para teleorientación de psicología y psiquiatría.
No solo eso, apuntó, sino que a través del Plan de salud estudiantil los estudiantes que no integran el sistema de salud, o no son efectivamente atendidos, pueden resolver sus problemas de salud física y mental. Y en casos de urgencia, la institución tiene dispuesto el hospital Alma Mater y un contrato con Sportí para atención en salud mental y adicciones.
Pero además de resaltar la oferta de la universidad, la profesora Ochoa señaló que la institución no puede asumir la tarea que le compete al sistema general de salud.
Esta posición abre dos frentes de debate. Por un lado, es claro que las universidades han incrementado sus esfuerzos para dar respuesta a la desbordada problemática.
En casos como el de Eafit, según la coordinadora de Apoyo Académico y Psicosocial, Sara Moreno Osorio, aumentaron ostensiblemente su capacidad de atención. Al programa de psicología para estudiantes que tiene más de 20 años de existencia le sumaron el de atención a empleados y un directorio de salud integral. La universidad pasó de tener en 2019 una capacidad de 3.000 citas para cerca de 500 estudiantes en el semestre a 5.000 citas para 800 estudiantes. Un estudiante en Eafit puede tener en promedio 7 citas de psicología en el semestre.
En UPB, por su parte, María del Tránsito Giraldo, psicóloga y coordinadora preventiva del Centro de Familia, ponderó la existencia de la Mesa de Salud Mental, que les entrega a los estudiantes la voz y el poder para incidir en el abordaje de las problemáticas emocionales que los afectan.
Pero pese a estos esfuerzos, testimonios recogidos de docentes y estudiantes de varias universidades dejan claro que todavía hay un largo trecho por delante.