En el Yarumalito los libros no son el límite del aprendizaje. Su profesor, Ignacio Lopera, sí que ha sabido enseñar de manera didáctica.
En una ocasión, cada niño debía contar los pasos hacia la casa. Cada 50 pasos, una piedra al bolsillo.
Ya en la escuela convirtieron tantos pasos a metros, sumaron y ahora saben quién vive más lejos.
La escuela no queda cerca, ni siquiera para sus pequeños estudiantes, quienes hacen recorridos hasta de dos horas para llegar cada día.
Pero el camino por la carretera destapada se convierte en una experiencia fascinante: plantas de múltiples aromas, frutos, pájaros e insectos avivan los sentidos de los caminantes.
La diversidad natural de la vereda despertó en el profe la necesidad de organizar un plan para crear en los niños sentido de pertenencia con su entorno.
Y así, en 2006, se emprendió el proyecto: una escuela para la formación del ser y del ser con la vida, merecedor de los premios Medellín, la más educada 2008, en la categoría Mejor experiencia significativa.
El objetivo: que los estudiantes generaran conocimiento en torno a la biodiversidad existente en la vereda Yarumalito, una de las más lejanas del corregimiento de San Antonio de Prado.
Con salidas de campo se comenzó a hacer una lectura del entorno natural, ejercicio que dio como resultado El álbum ambiental Yarumalito.
Los caramelos y los textos, fueron el producto de las fotografías de la fauna y flora presentes en la zona y de la investigación en enciclopedias virtuales.
Cuenta Lopera que a través de recursos del programa de presupuesto participativo de la Alcaldía de Medellín lograron sacar un álbum impreso con los cromos a todo color.
Hoy, cada niño está llenándolo. "Para conseguir un caramelo debe tener actitud generosa con su entorno", comentó.
En la modesta escuela han construido además un museo natural, donde cada animal muerto que se encuentran en el camino es recogido por los pequeños.
Las especies son guardadas en frascos de vidrio con una solución especial.
El museo cuenta con aves, algunos mamíferos, reptiles y gran variedad de insectos.
Más que escuela, el Yarumalito es una finca manejada por pequeños agricultores.
Tiene un herbario, siembran y estudian la diversidad de especies medicinales existentes aún en la vereda.
A través de entrevistas a personas de tradición en la comunidad han recopilado información sobre sus usos y formas de preparación.
Uchuva y granadilla, así como hortalizas y verduras es lo que tienen sembrado en la huerta.
A casa, los pequeños llevan semillas y cada uno tiene en su finca su propia huerta.
Los animales también encuentran su lugar en la parte trasera de la escuela.
Gallos, gallinas y conejos hacen parte de la estrategia Mantenimiento de especies menores, como la denominó el profesor del Yarumalito, que trabaja bajo la modalidad de escuela nueva.
"Cada que tenemos reproducción en la escuela, les entregamos un pie de cría, con carácter devolutivo, de alguno de los animales" explicó.
El desecho material inorgánico en cualquier esquina de la vereda fue, asimismo, objeto del proyecto ambiental escolar Praes.
Con una campaña de reciclaje, el docente generó conciencia frente al manejo de desechos evitando la quema o el entierro de los subproductos domiciliarios.
Desde 2006, cerca de tres toneladas de productos inorgánicos han sido recuperadas.
Incluso hoy, los estudiantes siguen llevando desde casa vidrio, cartón y plástico para reciclar.
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