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TRES CONSEJOS PARA VIVIR LA CUARESMA

  • TRES CONSEJOS PARA VIVIR LA CUARESMA
25 de febrero de 2013
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Estamos en cuaresma. Se trata de un momento de preparación para la fiesta de Pascua en el que los católicos nos unimos espiritualmente a los cuarenta días en que Jesús estuvo en el desierto antes de sufrir su pasión y muerte para finalmente resucitar y darnos así la vida eterna. Tradicionalmente existen tres prácticas, que si son bien vividas, nos pueden ayudar a disponernos para este tiempo: la oración, el ayuno y la limosna.

Dios nos llama durante la cuaresma a intensificar nuestro diálogo con Él. Este es un tiempo ideal para reforzar el combate espiritual y para que, desde hábitos pequeños, renunciemos a sucedáneos que tantas veces ponemos por encima de Dios. Se trata de una oración más penitencial que tiene un acento en el buscar perdonar y ser perdonados por las faltas que hayamos cometido o las heridas que hemos recibido. Esta es la base que nutre y da sentido al ayuno y la limosna.

El ayuno no consiste en una dieta que nos dé mayor bienestar o calidad de vida. Se trata de una práctica que nos une al sacrificio de Cristo y que nos hace mirar el hambre más profundo de nuestro corazón, que es el hambre de Dios que solo Él puede saciar. Los católicos nos comprometemos a no comer carne los viernes. No se trata de un cambio de menú sino de una manera concreta de privarnos de algo que nos gusta para preparar nuestro interior y estar en comunión con la Iglesia universal que en las diferentes diócesis del mundo tiene la misma práctica. Es bueno a la par con esto, que cada cristiano también se proponga durante estos 40 días hacer un sacrificio personal, por ejemplo, abstenerse de comer lo que más le gusta, dejar de lado un vicio o perdonar de corazón a alguna persona con quien estemos distanciados.

La limosna es una medio de compartir con los más necesitados y a la vez de hacer un ejercicio de desapegarnos de algunos bienes que a veces son innecesarios y nos distraen de lo esencial. La intención de la limosna no es que me vean ayudando para ser aprobado por los demás. Se trata más bien del deseo sincero de servir y ponernos en el lugar de los demás. ¡Qué sabia es la cita que dice “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha” (Mt 6,3-4) La parábola de la Viuda Pobre nos enseña que lo que da valor a la limosna no es la cantidad de lo que se entrega sino el amor desinteresado a la hora de compartir, no lo que me sobra, sino aquello que me falta.

Si nos preparamos como es debido, muriendo a aquello que nos esclaviza, podremos en la pascua celebrar la alegría de tener un corazón más desapegado, una voluntad más forjada y a una vida que nos hace morir a nuestro hombre viejo para así resucitar a la vida en Cristo.

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