Cuando hice un comentario en Twitter en la misma línea del título de esta columna, un lector bogotano respondió diciendo que es muy fácil hablar de esta manera desde Medellín, pero que en la capital están padeciendo la mala gestión de Gustavo Petro. Esa confrontación me cuestionó y pensé que el lector podría tener razón, pero al revisar las cifras y hacer una lectura desapasionada del proceso, me reafirmo: no se debe precipitar la salida de Petro.
El alcalde se ha equivocado, sin duda, pero le apuesta a mostrar una ruptura como nunca se había visto, no es un político del montón y por eso juega duro. Carga, para pesar suyo, con una arrogancia como pocos dirigentes políticos de este país y tal vez por eso le cuesta tanto aceptar que todo lo que propone no tiene que hacerse como él lo dice.
En este primer año, habría podido hacer mejor las cosas pero al final de su mandato lo que va a importar es el resultado y no estoy seguro que sea tan malo como se apuesta. Hoy casi 650 mil familias de los más pobres de Bogotá tienen gratis el mínimo de agua que necesitan para vivir. Un millón de personas se benefician de las tarifas bajas en el Transmilenio decretadas por Petro y la disminución de homicidios y de uso de armas de fuego en 55% es irrebatible.
Esta etapa de cambios a golpes (ahí estuvo su error) debería estar seguida por una campaña permanente en la calle, en la que a través de los discursos y las confrontaciones con el pasado el alcalde recomponga sus maltrechas relaciones con una parte (muy poderosa y ruidosa) de la ciudad.
Quien promueve la revocatoria es Miguel Gómez, un político bogotano que quiere ser alcalde de la ciudad (lo ha dicho en varias ocasiones, la última el 8 de enero en El Tiempo), eso al menos genera un manto de duda. Dijo además: "El hecho de que no sea respaldada por ningún partido político hace que la iniciativa sea totalmente ciudadana", pero si no lo acompaña nadie a nivel institucional, debería explicar de entrada de dónde sacará los recursos para pagar semejante empresa.
Dirán algunos que la medida es constitucional y que Gómez tiene todo el derecho de promoverla. Es cierto, pero también lo es que ésta aplica cuando no se cumplen los postulados del programa de Gobierno. La razón de Gómez para promover la revocatoria es que Petro "tiene los índices de popularidad más bajos de la historia".
¿Vamos a empezar a revocar a todos los políticos impopulares? En la misma Bogotá, en su primer año de gobierno, Peñalosa tuvo 77 % de desfavorabilidad y Mockus 59 %.
Gómez está buscando el reconocimiento que no ha logrado en el Congreso y le hará un inmenso favor a Petro que, como ya vimos, lo hace muy bien en campaña.
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