Cuando la Corte Internacional de Justicia de La Haya dio su veredicto el 19 de noviembre de 2012, entregándole a Nicaragua 75.000 kilómetros cuadrados de mar pero dejándole a Colombia su soberanía sobre los cayos Alburquerque, Bajo Nuevo, Sureste, Quitasueño, Roncador, Serrana y Serranilla, se desató una polémica nacional por la decisión que, tras de todo, dejó en evidencia el abandono que por décadas arrastraban las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
El Colombiano pudo constatar in situ la realidad económica de la isla de San Andrés, hablando con protagonistas de esta historia que ha dejado ganadores y perdedores, pero que pretende reflejar lo que viven los más de 100.000 isleños después de 17 meses del fallo del tribunal.
Los que se han sentido perdedores son los pescadores artesanales, quienes, según ellos, no han podido volver a sus faenas en la denominada Luna Verde, cerca a los cayos. Sus temores de tener que cruzar aguas nicaragüenses los agobia.
Jorge De Alba, un raizal de gran vozarrón, con 33 años de experiencia en el negocio de la pesca artesanal, evidenciado en su pelo blanco y piel negra que se enrarece con su vehemencia al hablar, empieza diciendo que "para qué conversamos del tema si llevo más de un año hablando con la prensa, expresando nuestras necesidades y en nada ha cambiado". Es el presidente de la cooperativa Coopesbi "Fisherman Place ", como está escrito a la entrada del lugar.
La cooperativa agrupa a 260 pescadores artesanales de San Andrés, aclarando que no es la única porque según ellos, hay otras 5 con similar número de afiliados. "Nos sentimos dolidos con el país, estamos abandonados por el Gobierno porque no pudimos volver allá, a las aguas del litigio. Nos da miedo volver"- dice alzando su mano para no seguir, pero una vez persuadido toma una silla y saca otra de plástico para iniciar el diálogo.
Dice que todo ha sido enormemente negativo por culpa del miedo. Esas faenas de pesca que antes hacían y que les podía dejar hasta 3 millones de pesos en una semana, no se volvieron a ver.
"Allá por el meridiano 82 manda Nicaragua, los guardacostas nicaragüenses lo detienen a uno y el miedo es que nos lleguen hasta disparar".
En ese momento, le interrumpo para preguntarle cuándo fue eso pero dice que a él no le ha pasado, que se lo ha oído a otros pescadores. "Es como decir que para ir a mi casa tengo que atravesar la casa de mi vecino y pedirle permiso. Cómo hace uno si él no quiere dar permiso, entonces me tengo que quedar afuera sin poder llegar a mi casa".
Don Jorge tiene claro que los países tienen mar territorial, franja de mar adyacente al territorio costero que se extiende por 12 millas náuticas (equivalentes a 22.2 kilómetros). Mientras que la zona económica exclusiva va desde el límite exterior del mar territorial hasta una distancia de 200 millas marinas (370 kilómetros) por donde pueden cruzar las naves de diferentes países. "Allá en Luna Verde eso se volvió zona de nadie porque ni siquiera pesqueras industriales como Antillana y King Crap, han podio volver".
Peticiones al Gobierno
En el caso hipotético de que fuera mensajero de los pescadores artesanales ante el Gobierno Nacional, les diría que "nos ayuden para obtener la doble nacionalidad, para volver a los lugares donde antes pescábamos sin que nadie nos moleste".
El Gobierno de Colombia les ha dicho que vayan y pesquen sin problema que nos les pasará nada – y dónde está esa garantía que ofrecen? Si las fragatas colombianas no se ven para acompañarnos. No nos vamos a exponer a que pase algo-.
Según don Jorge la distancia en tiempo para ir desde San Andrés al lugar de faena en una embarcación como la de él, que hace 8 nudos por hora, es de 12 horas. Saliendo a las 6 p.m. y llegando a las 6 a.m. del otro día, viajan de 2 a 4 personas y regresan cargados con los pescados para comercializar.
"La pesca es lo único que dejó el puerto libre porque este no se hizo para los raizales". Tiene dos hijos que pescan con él, a veces van y otras no. Los pescadores raizales llevan varias décadas pidiendo un complejo artesanal pesquero que sirva de abastecimiento de combustible, de hielo para la faena, que funcione como centro de acopio, astillero, centro de repuestos, almacenamiento de los productos y además, puedan realizar su comercialización.
"Si llevamos decenas de años pidiéndole este complejo al padre (Gobierno) y nada que nos lo da, qué puede decir el hijo?"
Ramón García es otro pescador afiliado a la cooperativa que se une al clamor de tener un complejo pesquero para ellos y también pide soluciones para salir a pescar a Luna Verde, sin embargo, tampoco ha ido a pescar allá porque ha escuchado rumores y le da miedo ir hasta allá.
Todos los días sale a las 6 de la mañana y regresa a las 11 de la mañana sin ir tan lejos. "Si nos va bien traemos unas 100 libras de producto entre atún, pargo, sierra, barracuda. Esto nos da unos 400.000 pesos, pero si el bote no es de uno, hay que partir las ganancias con el dueño. También sacamos los gastos de combustible que se suben a 60.000 pesos y ahí nos quedan poco más de 100.000 pesos el día, eso me da para vivir y sacar adelante mi familia de 8 hijos".
El bote QuickSilver puede costar 35 millones de pesos que con un motor de 75 caballos sube su precio otros 14 millones de pesos, es decir, termina valiendo la nave 49 millones de pesos.
Mientras los pescadores de la isla esperan, piden y hasta mendigan la construcción del complejo para salir a faenar más tranquilos, lo único que han recibido del Gobierno de Colombia, después del fallo de La Haya es un subsidio de 1"800.000 pesos que se les prometió entregar durante 6 meses, pero que aún, muchos pescadores todavía no reciben, dicen algunos de ellos que ven televisión en la sede de la cooperativa esperando a que transcurra la jornada matinal. "La verdad no se dice al país, somos unos 1.400 pescadores artesanales aproximadamente", destaca con su voz potente el presidente de Coopesbi.
Para otorgar los subsidios, el Gobierno se apoyó en las organizaciones formales. "Todo raizal es pescador porque es algo inherente a nosotros. Ya no se puede cultivar porque está todo construido y ya no hay terreno para ello. Los 3 millones de pesos a la semana están reducidos a 20.000 pesos diarios", sentencia De Alba.
Pesca industrial
Para tener la otra faceta del negocio pesquero en la isla de San Andrés, este diario abordó el barco Dracar 5, que estaba en pleno descargue de producto para la empresa Antillana, después de 60 días de faena en los cayos Serrana y Serranilla. Ulises Serrano, capitán de la nave explicó que normalmente salen a faena 45 días pero esta vez se demoraron 15 días más para aprovechar la entrada en vigencia de la veda de caracol y langosta que comenzó el 1 de abril y se extenderá hasta el 30 de junio, periodo en el que no se podrá hacer pesca alguna de estos productos para cuidar su conservación.
Practican la denominada pesca blanca, realizada con nazas (especie de jaulas de madera para atrapar las langostas) y usan también riles y cordeles. Contrario a lo que dicen los pescadores artesanales, no han observado problema alguno con las autoridades nicaragüenses en las aguas cercanas a los cayos, además la distancia entre San Andrés y el lugar de faena hace poco viable que los pescadores en embarcaciones pequeñas puedan llegar, haciendo poco rentable su hipotético viaje por costos de combustible, poco espacio para almacenar y ausencia de cuartos fríos.
"Saliendo de San Andrés el cayo más cercano es Quitasueño que está a 118 millas (190 kilómetros), de ahí sigue Serranilla y para llegar allá nos demoramos 27 horas. Serrana está aún más alejado y a Roncador casi no vamos porque es un cayo muy pequeño y no justifica la pesca allí", dice el capitán Serrano.
Dice tajantemente que con las autoridades de Nicaragua no ha habido ningún problema por el fallo, además es constante el patrullaje de la Armada de Colombia. Los artesanales dicen que tienen problemas pero yo no he visto nada".
El éxito de la faena depende de las condiciones climáticas, en esta ocasión trajeron 6.000 libras de langosta, un producto de exportación muy apetecido que negocian a la pesquera Antillana. El capitán del Dracar 5 no dio el valor que les iban a pagar por esa venta pero dijo la faena de dos meses valió la pena.
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