Todos nos hemos encontrado en algún momento con esos nombres que son impronunciables o que causan risa. Los lectores de EL COLOMBIANO nos compartieron algunas historias de esos “sin tocayo”.
El 26 de julio, en nuestra página de Tendencias, fue publicada una nota sobre Rosita, una coleccionista que, desde 1987, recorta los nombres más extraños de los periódicos y revistas.
El tema tuvo tanto eco que cientos de nombres curiosos comenzaron a llegar con sus historias. Algunas graciosas y otras que traumatizan a los portadores de nombres absurdos y hasta vergonzosos.
En nuestro sitio web fueron depositados relatos como el de Dulivia, quien nos expresó que aún no sabe lo que significa su nombre.
Entre otros casos, que llegan casi a ser una “colombianada” se encuentran nombres como Valdisney, Disneidy o Melgibson. Una muestra de fanatismo por personajes del cine.
La pasión por los equipos de fútbol como la de Deportivo Independiente Medellín o Santafecita, termina siendo un sello que se lleva de por vida, así como los ocurrentes nombres combinados entre el padre y la madre.
“Una amiga se llama Larnory. Es una mezcla entre el papá que se llama Luis Alberto Ramírez y la mamá, Noryela”, nos relató Verónica Ángel (@VeroAngelM) a través de Twitter.
Fueron muchas las historias que nos demostraron que, al momento de poner un nombre único, los colombianos somos tan creativos como complicados. “Onedollar”, pronunciado en español, es un ejemplo de ese intento por ser irrepetibles, que termina siendo un poco tormentoso para quien lo lleva.
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