¿Mystique quebró?

21 de marzo de 2014

bookmark

Antes de que Abraham cometiera el filicidio fue detenido por una voz divina. El Mono no escuchó la misma voz. A puertas de cumplir 5 años el cocinero Juan Pablo Valencia liquidará a su primogénito: el restaurante Mystique. Ya tenía la información hace mucho tiempo, pero por prudencia no la hice pública. Lo mismo me sucedió hace 5 años en Cali, cuando Albert Adrià, hermano de Ferrà, me dijo en voz baja que en dos años elBulli cerraría puertas: "Hay que matar a la bestia" -me dijo, es decir acabarlo en su mejor momento, como si en una cena te levantaras luego del mejor bocado para dejar el recuerdo en el paladar.

Conocí a Valencia hace 5 años, orgulloso de su ceviche de róbalo con espuma tibia de maíz ahumado, su plato insignia para la época. Juan me invitó a conversar sobre los pormenores del cierre de su restaurante y aproveché para hacerle algunas preguntas, porque, si quieres saber, no debes tener miedo a preguntar. Juan, al grano, ¿te quebraste? -le dije, como lo hice también con Merce Lozano cuando cerró Mezeler- Me miró fijo a los ojos, averigüé nostalgia en su mirada, pero firme contestó: -No, cumplió un ciclo. ¿Te vas a Bogotá? -volví a preguntar. -No, por el momento tengo otro proyecto que roba mi sueño. ¿Medellín es una mala plaza para restaurantes costosos? -inquerí. Suspiró profundo, pensó unos segundos y luego exclamó: -Es muy dura, no es fácil tener un restaurante como Mystique cuando no hay bastante público con poder adquisitivo y tienes como premisa que todo sea hecho de manera legal. ¿Cómo será tu reinvención? -No dudó en contestar con gran brillo en los ojos -Ya lo verán, será excavar y buscar raíces -respondió-. A Juan lo adorna su sencillez y don de gentes, cualidades exiguas en muchas cocinas.

Tal vez Mystique no fue su momento, pero si fue una buena escuela. Cumplió el sueño de chef novato: tener su propio restaurante a manteles. Ahora veo al Mono claro y listo para liderar una cocina de vanguardia, con fuertes bases en lo que realmente lleva en la sangre. Sin misterios, no me preocupa Juan Pablo, él innovará. La que no innova y pierde es Medellín.