Como se acaba la artillería para salvar la única prueba que sirvió para condenar al Coronel Plazas Vega, el columnista Daniel Coronell opta por atacar de manera personal a su abogado defensor (“... El coronel Alfonso Plazas Vega está saliendo más lesionado que favorecido con la labor de su abogado...”).
Los ataques personales me resultan indiferentes, pero lo que no se puede permitir es que se trate de confundir a los lectores sobre lo sucedido en este asunto, por lo que trataré de arrojar luces sobre el hecho. Cuando se trata de establecer si un documento es auténtico o falso, la más mínima lógica indica que se ha de analizar el documento del que estamos verificando si es auténtico o falso (dubitado), para compararlo con documentos de los que sabemos son auténticos (indubitados).
Ese cotejo llevará a concluir si el documento dubitado es auténtico o no. En el caso del testigo Édgar Villamizar, se ha informado ampliamente de una posible suplantación, puesto que el verdadero Villamizar concurrió a la Procuraduría a denunciar que él nunca había declarado en el proceso adelantado en contra del Coronel Plazas.
La lógica indicaba que se tenía que analizar la declaración del señor Villamizar obrante dentro del proceso en contra del Coronel Plazas, el documento dubitado, y compararla con los indubitados, esto es, las firmas dentro de la declaración del verdadero Villamizar rendidas en el Juzgado 51 Penal en el caso en contra del Coronel Edilberto Sánchez. Pues no sucedió así, no se utilizaron ni el uno ni los otros. Los grafólogos compararon las firmas de la hoja de vida en el Ejército Nacional del señor Villamizar, firmas que son antiguas, cuando en la ciencia grafológica es sabido que con los años las personas evolucionan en su manera de firmar, con una firma del señor Villamizar obrante en una declaración que no es la que se encuentra incluida en el proceso contra el Coronel Plazas, sino con la de una declaración que de manera irregular, la entonces fiscal instructora dice que guardó en sus archivos personales, supuestamente un ejemplar con errores.
El cotejo grafológico, a todas luces antitécnico, realizado por la misma entidad de la que se dice que algunos de sus miembros buscaron al señor Villamizar como testigo de cargo (esto es, interesados en salvar la prueba), arrojó como resultado que las firmas las había estampado la misma persona, lo que llevaba a la conclusión de que no había suplantación alguna.
Inmediatamente se gritó al cielo que no había suplantación, que el testigo contra el Coronel Plazas Vega era sólido como una roca. Por esos graves vicios se solicitó a la Procuraduría la objeción por error grave de ese experticio, a lo que la institución accedió. Así las cosas, el tema del testigo Villamizar no está cerrado, como quisiera el columnista.
Y artículos como el presente no configuran una estrategia mediática como sugiere el columnista. No. Se trata de equilibrar las cargas, de darle a la opinión pública elementos de juicio para formarse una idea completa del caso, máxime considerando que durante mucho tiempo tan sólo se informó desde la óptica sesgada de aquellos interesados en lograr la condena del Coronel.
Claro, al columnista Coronell, y a otros que no mencionaré, les molesta sobremanera que su punto de vista personal sobre el caso, tenga disidencias como la del suscrito, peor aún, disidencias con conocimiento de primera mano sobre el expediente. Por ello es que sus ataques, cada vez más personales, en vez de incomodarme, me alegran, puesto que ponen en evidencia que se teme que la causa de la inocencia del Coronel Plazas Vega llegue a buen puerto, igual que ha sucedido en otros asuntos que el suscrito ha asumido, donde después de situaciones jurídicas totalmente adversas, se ha conseguido que la verdad brille y la inocencia sea declarada.
Y se pregunta el columnista que cómo es posible que suplantador y suplantado hayan coincidido en el nombre –equivocado- de un General “Jairo Alzate Avendaño”. No conozco la respuesta porque no estuve al momento de la suplantación, pero le puedo replicar que ello sucede de la misma manera en que la entonces fiscal instructora imprime un ejemplar de la declaración del señor Villamizar poniendo “Villarreal”, y en la nueva declaración que se imprime para corregir los errores de la anterior, vuelve y consigna “Villarreal”.
ADENDA: La intolerancia por las ideas contrarias, lleva a que, no pudiendo derrotar al adversario en el plano de las ideas, se le ataque en el plano personal y, los más radicales, lleguen hasta el ataque en el plano físico. Un saludo al exministro Fernando Londoño deseándole pronta recuperación.
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