Cuando jugó polo acuático, voleibol y atletismo, los profesores se aburrían de Jamundí y no volvían. Pero cuando empezó con el judo, las que no volvían eran las rivales. Nadie quiere ser la contrincante de la medallista olímpica Yuri Alvear Orejuela.
Nacida en Jamundí, hace 26 años, Yuri es la hija Arnoby Alvear y Miriam Orejuela, un par de padres que la llevaban a todos los deportes en su pueblo, cuando apenas era estudiante del Técnico Comercial, época en la que Ruperto Guaruña la llevó a los tatami. En cuestión de años era campeona nacional, suramericana, y por eso nadie quería entrenar contra ella. “Aquí en Colombia casi no hay mujeres grandes que practiquen el judo”, dijo antes de viajar a Londres. Aunque el presidente de la Federación, Hernando Arias, fue más franco: “les da miedo”.
Dicen que la jamundeña, una grandota de 1.76 metros, es superior a todos en Colombia con los brazos, que tiene una fuerza desmedida y que a muchos varones no les gusta quedar reducidos ante la potencia de una mujer. “Sí hay hombres que se le quitan, que no quieren entrenar con ella. Yo lo he hecho un par de veces y es una mujer fuerte, más que muchos de nosotros”, explica Derian Castro, quien compartió con ella en las concentraciones para el Mundial del año pasado y en los Juegos Panamericanos de México.
Pero la potencia la contrasta con la fuerte entrega a Dios. Todas las noches, luego de los entrenamientos, hace oraciones con su mamá Miriam cuando está en casa, o sola en las concentraciones. “Nos gusta leer la Biblia. Somos muy religiosas”, sostiene la mujer, que entrega al Creador todas sus competencias.
Con el japonés Noriyuki Hayakawa, a quien tiene desde 2009, dio el salto de calidad. Pasó de séptima en China, a medallista en el Reino Unido. Se la llevó a Tokio, encontró con quien entrenar. Y en Londres halló su medalla.
Hace dos meses que no ve a los suyos. En su casa está la familia a la espera de sus noticias. “Esto es para ellos, para toda Colombia. Esta es la voluntad de Dios, que hoy todos estemos contentos celebrando este resultado para nuestro pueblo”, anotó desde Londres.
Es profesional en Deporte y Actividad Física de la Escuela Nacional del Deporte del Cali. Tiene novio futbolista (Hans Viveros, exEquidad), y estuvo casada con el velocista DanielGruesso, pero no tuvo hijos.
Lo más valioso que tenía en un pequeño museo en su casa era una medalla cuadrada, blanca y dorada que logró en el Mundial. Hoy empieza a prepara el espacio para la más preciada, la de bronce de los Olímpicos.
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