Lo que hicieron fue reciclar la memoria, casi al estilo de como se recicla la basura. Entonces miraron entre ese mundo de recuerdos y eligieron 12. Uno para cada mes del año.
Luz Estela Franco todavía lo guarda. No lo ha colgado, "porque es un recuerdo". Así que prefiere cuidarlo y tenerlo en su historia. "Es que Moravia sigue siendo mi casa".
A ella, por ejemplo, le tocó bailar. "Nos pusieron en un andamio y no nos podíamos mover mucho. Eso era muy enclenque (se ríe). Lo que nos decían era que esa foto debía reflejar la alegría", recuerda ella. La foto le gustó. "Fue algo increíble. La que mejor quedó" (se vuelve a reír).
Pep Dardanyà fue el artista. El proyecto se llama La memoria reciclada y reúne 12 fotografías, en un calendario que buscan mostrar momentos representativos de la historia del barrio.
"Estos episodios, y su actual reconstrucción escenográfica, han sido negociados, debatidos y consensuados por los líderes del barrio, y en las escenas fotográficas han participado muchos de sus habitantes", explica el artista catalán. El proyecto hace parte del MDE11.
Cada imagen está acompañada por un texto que sirve de testimonio a esos sucesos y que lo ponen en contexto, sabiendo que las imágenes son una reconstrucción, dice el artista, "interpretadas desde el presente y por tanto totalmente subjetivas".
La base fue el documento Moravia: memorias de un puerto urbano, que hace parte del programa de Memoria y Patrimonio Cultural de la Alcaldía de Medellín.
El calendario es sólo una de las formalizaciones del trabajo, así como un video detrás de cámaras de la producción de las imágenes y una exposición de las fotografías ampliadas, que se puede ver en el centro cultural de Moravia.
El resto es el trabajo conjunto y el debate. "Fue muy gracioso, pero muy bonito. Pep era con nosotros al mismo nivel, se puso las botas. Para él debió ser una aventura en la que aprendió mucho. Nosotros también", expresa Gloria Ospina, una de las coordinadoras en el barrio.
De hecho, esa es una de las propuestas del MDE11. Esa reflexión entre el enseñar y el aprender. "Se plantea como un aprendizaje a través de la transferencia de conocimiento que supone el contacto entre la "mirada distante" del extranjero, en este caso yo mismo, y los vecinos del barrio. La mirada foránea, en principio sin prejuicios, puede ofrecer lecturas de la memoria del barrio interesantes para sus habitantes", cuenta el artista.
La crítica
Aunque el proyecto es comunitario e involucró y emocionó a muchos habitantes de Moravia, no todos quedaron contentos. Algunos porque no participaron, otros porque creen que algunas imágenes no corresponden y unos más, incluso que aparecen retratados, porque no se concertaron los textos y creen que algunos no son exactos.
"El sinsabor siempre va a estar. Los celos, el tiempo, las opiniones personales. Son lecturas. Siempre va a haber crítica", indica Edwin Rodas, quien está en las fotos y también señala que faltó tiempo para revisar los textos. Él añade que este calendario puede ser una prueba piloto para los ejercicios de memoria. A la comunidad le queda contar la historia por ellos mismos.
"Más que quedarse en la crítica, ¿por qué no pensamos en hacerlo nosotros?", comenta Gloria. De todas maneras, el proyecto juntó a muchos del barrio y los puso a escudriñar en sus recuerdos. El calendario ya guía los días de quienes se quedan, juiciosos, mirando como salta ese señor, en junio, sobre una hoguera, sobre El peregrinar de los "basuriegos" y el reciclaje , como se llama la imagen.
Pico y Placa Medellín
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