La convaleciente presidenta argentina, Cristina Fernández, sufrió ayer una fuerte derrota en unas elecciones legislativas que fortalecieron a la oposición y sepultaron una reforma constitucional que le permitiría competir por un tercer mandato en el 2015.
Según sondeos a boca de urna, los candidatos del oficialista Frente para la Victoria, la facción del peronismo en el Gobierno, habrían sido superados en las principales provincias argentinas. En Buenos Aires, el mayor distrito del país, el alcalde de la ciudad de Tigre, Sergio Massa, habría obtenido una ventaja de al menos 10 puntos porcentuales sobre Martín Insaurralde, el candidato de Fernández, según los sondeos.
Massa, también gran vencedor de las primarias del 11 de agosto y alcalde del distrito de Tigre, se ha mostrado a favor de fomentar las políticas con el mercado que los inversionistas extranjeros le demandan a Argentina para que vuelva a ser confiable tras una década de políticas intervencionistas.
Las encuestas indicaron también derrotas por amplio margen de los candidatos oficialistas en los otros distritos más poblados del país: Córdoba, Santa Fe y Mendoza.
En estas elecciones legislativas, que midieron el apoyo popular que conserva el oficialismo tras una década de Gobierno, se renovaron la mitad de la Cámara de Diputados (127 bancas) y un tercio del Senado (24).
Los principales candidatos y dirigentes políticos argentinos madrugaron para votar, lanzaron llamamientos a la participación y aprovecharon para saludar la fortaleza de la democracia, en vísperas del 30 aniversario de las primeras elecciones tras la dictadura argentina, el 30 de octubre de 1983, en las que se impuso el radical Raúl Alfonsín.
Previsiones de analistas afirmaban que Fernández y sus aliados iban a conseguir ayer menos de la mitad del 54 por ciento de los votos que cosechó la mandataria cuando fue reelecta en el 2011, dada su pérdida de popularidad por una inflación que ronda el 25 por ciento anual, un control de cambios que le impide a la clase media ahorrar en dólares y una creciente violencia urbana.
Los comicios, en los que el oficialismo también evocó al expresidente Néstor Kirchner a tres años de su muerte, marcaron el inicio de una transición de dos años hasta las elecciones generales. Etapa que, sin duda, estará signada por pujas entre los aspirantes a suceder a Fernández y el deterioro de una economía que da signos de agotamiento por la alta inflación y la falta de inversiones
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