Ni malgeniado, ni huraño; pero tampoco dicharachero ni desbordado en felicidad. Sin embargo, la hora de la metamorfosis en el pesista colombiano Óscar Albeiro Figueroa está a pleno por estos días.
Y aunque su transformación tiene mucho que ver con el estrés previo a la gran competencia y al nerviosismo que se desprende de la presión por realizar una buena actuación en los Olímpicos de Londres, no va más allá de convertirse en un ser solitario que prefiere resguardarse en sí mismo a estar “picando aquí y allá”.
Este haltero, oriundo de Zaragoza pero forjado deportista de élite en las Fuerzas Militares y la liga del Valle, reúne hoy todas las condiciones para ser un superdotado de las pesas. Así lo reconocen rivales, colombianos o no, tanto como entrenadores. Igual, es una de las cartas fuertes de Colombia -por marcas y capacidad- en la cita londinense. Y, justamente, está a escasas horas de subir a la tarima para intentar darle una grata satisfacción al país, este lunes.
Usted es un tipo calmado, aplomado y realista, pero días antes de la competencia parece transformarse...
“Sí, reconozco que es verdad. Soy una persona que ha trabajado duro toda la vida por alcanzar objetivos y por eso prefiero abordar esos momentos previos con una actitud de total concentración, sin distracciones de ningún tipo”.
Se aísla, es un hombre de poco hablar y hasta da una imagen de huraño...
“En parte eso es cierto. Me encierro totalmente; no me gusta estar caminando, ni dando entrevistas. Mi objetivo es claro y me concentro en él. A duras penas me verán en el comedor y en el entrenamiento, me aislo. Lo que sí no comparto es que me tilden de malgeniado. Solo pido que me respeten esos espacios e instantes”.
¿Y qué hace cuando se encierra en sí mismo?
“Paso la mayor parte del tiempo leyendo, viendo televisión, escuchando música, distrayendo la mente, descansando”.
¿Qué música y qué tipo de lectura prefiere para esos momentos?
“Me gusta la música que me relaja, las bandas sonoras y la clásica; también algo de rock en español y baladas americanas. Y en cuando a la lectura, prefiero los libros de superación personal”.
Para este periplo España-Inglarrera, de casi dos meses, ¿qué libros llevó en la valija?
“Dos, uno de Jorge Duque Linares llamado Principios básicos para triunfar y el otro de Jaime Fernández Garrido llamado Cambio de ritmo. Ambos hablan de superación personal”.
¿Carga mucha vestimenta para esos viajes?
“No, soy muy básico. Por ejemplo, para este viaje a Londres traje doce camisas de entrenamiento, seis lycras, seis bermudas, el uniforme de calle, diez camisetas, ropa interior, zapatos y tres juegos de tenis”.
Y en cuestión de tecnología de la comunicación, ¿qué?
“Aunque me considero bastante contemporáneo no soy de los que se deja matar por la tecnología, apenas lo básico. Cargo una tabla Samsung Galaxy y una cámara fotográfica, únicamente. Pero prefiero escuchar música y leer bastante”.
¿Algún agüero en especial?
“No, soy muy creyente, muy espiritual. Solo confiar en mis condiciones”.
¿Usted hoy se siente vallecaucano o antioqueño?
“Pues la verdad no me va eso; antioqueño o vallecaucano, creo que es lo mismo. Ante todo soy colombiano; eso es lo que vale para mí y siempre he luchado por dejar en alto el nombre del país por encima de cualquier regionalismo”.
¿Ha vuelto a su pueblo natal, sabe de sus amigos de infancia?
“A Zaragoza poco he vuelto, realmente. Y no sé si todavía existan esos amigos de niñez por tanta violencia que ha azotado a la región”.
Las pesas lo han marginado del estudio y de sus negocios inmobiliarios...
“Así es. Mis estudios de Administración de empresas en la Universidad Santiago de Cali están quietos en el séptimo semestre y en lo que hace a la parte inmobiliaria, que es una alternativa de vida, la tengo en retiro voluntario”.
¿Se ve en el podio?
“Dios lo quiera. Llevo casi dos años de seguido en preparación absoluta para la olimpiada. Tengo muy buenas opciones y el sueño de estar ahí en el podio”.