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Eva Mendes al desnudo

03 de enero de 2009
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Lo ha intentado todo, pero ni los tirones discretos ni la cinta adhesiva consiguen que el vestido se quede en su sitio.

La turgente anatomía de Eva Mendes se empeña en rebasar los bordes del escote palabra de honor y salir a saludar a los comensales de la distinguida cena que en su honor organizó en Madrid la marca Calvin Klein.

Seguramente, a Boris Izaguirre, que se sienta a su derecha, no le importaría contemplar de cerca el pezón que ha hecho que la emisión de la campaña del perfume Secret Obsession se haya prohibido en la televisión estadounidense.

En todo caso, la actriz no deja de sonreír. Y eso que la situación le incomoda, como revela a su séquito en un aparte. No hay que dejarse engañar por las apariencias de una ciudad forrada con sus fotografías en dos sugerentes anuncios de la firma (uno, de ropa interior; el otro, de la citada fragancia).

Eva defiende que no se ha sacudido por completo la puritana educación que le proporcionaron sus padres, emigrantes cubanos, en Los Ángeles.

Después de todo, hasta los nueve años estaba decidida a ser monja. "Pero entonces mi hermana me contó que no se ganaba dinero. No éramos miserablemente pobres, pero mi madre tenía muchas facturas y lo que yo más quería en el mundo era ayudarla.

Le decía: (en español) 'Mami, te voy a salvar, te voy a comprar una casa'. Así que cuando mi hermana me reveló la realidad económica abandoné la idea. Era muy conservadora de niña. No íbamos a la iglesia, porque mi madre no nos imponía nada, pero siempre fuimos muy creyentes y recibimos una educación muy católica. En clase era siempre la primera en levantar el brazo, era muy estudiosa? lo que más ansiaba era ser una buena chica".

Pero Eva, de 34 años, no se engaña acerca de a quién le debe buena parte de su fama actual. "Aunque soy una actriz y eso es lo que amo, lo más destacado de este año han sido las campañas de publicidad y el reportaje de moda que publicó la edición italiana de Vogue". En todos esos trabajos, Mendes se ha dejado conducir por el fotógrafo Steven Meisel (uno de los mejores del mundo), de quien habla con devoción. Y todos son fuertemente eróticos.

Lo que, de nuevo, viene a contradecir la estampa de la obediente niña de mamá. "¡Mi madre está contenta de que hayan censurado el anuncio en Estados Unidos! Le encantó excepto por esa pequeña parte.

'Mami, pero si no se me ve nada, nada', protestaba yo. Es un segundito. Me estoy dando la vuelta y ves un pezón apenas un instante. No entiendo que se monte algo tan gordo por eso. Es una parte del cuerpo que, además, representa la maternidad? Y no es vulgar. Lo de la revista es muchísimo más escandaloso.

A mi me madre le gustó la portada y las fotos en las que estoy vestida. No tanto las más calientes, pero ¡eran mis favoritas! Le expliqué que no era algo que fuera a hacer con cualquier revista. Es una colaboración con un artista".

Los saltos de estilo en la narración de Eva se acompañan de cambios en el idioma. Pasa del inglés, en el que pide ser entrevistada, al español con marcado acento cubano que, constantemente, aparece asociado a su familia.

La amalgama de lenguas anima el ya de por sí vívido discurso de Mendes, que resulta una mujer afectuosa, divertida y simpática. Un dibujo a años luz del que traza la difícil reputación que le precede.

La familia de Eva (para ellos siempre será Eve, pronúnciese Ivi) todavía se parte de risa cuando la ve empuñando una pistola o encarnando a una pérfida vampiresa, pero al darle esas cejas la genética ya había decidido que la pequeña de la casa sería una mujer fatal.

El comienzo
Sus inicios se remontan a la adolescencia cuando probó la independencia y le gustó. A la vuelta, empezó en la universidad y se instaló en un pequeño estudio de West Hollywood.

Su vecino, un fotógrafo humilde, insistió en fotografiarla en el jardín comunitario e incluyó su retrato en su book de trabajo. Allí la descubrió un agente.

Tras varias incursiones menores en series y películas para el olvido, llamó la atención -no solamente, aunque tal vez en parte, por su desnudo- en Training day.

Eso le sirvió para ganar minutos en pantalla con personajes de alto voltaje (la chica de Fast and Furious) y cimentar sus dotes cómicas (con Pegado a ti, de los hermanos Farrelly). Una progresión que, cumplidos los 30, le proporcionó una buena oportunidad con Hitch.

"Desde que empecé, los papeles para latinas han mejorado muchísimo. Solían ser simplemente inexistentes y ahora, al menos, hay algunos".

"La gente me pregunta qué me hace elegir un papel y no otro. Por supuesto, me encantaría encontrarme con guiones increíbles, pero en realidad se trata de la gente que está implicada. Compartir la pantalla y ser dirigida por gente fascinante es lo que motiva".

Esta filosofía explica su próximo estreno, The spirit, la película es la adaptación al cine que Frank Miller realiza de la serie clásica de Will Eisner, tras el éxito de Sin city. "Estoy muy orgullosa de este filme", apunta Eva.

Francisco Costa, diseñador de la colección de Calvin Klein, apunta: "Eva es sexy, pero con una estética novedosa. Me encanta trabajar con ella por la energía que irradia". Boris Izaguirre, que la flanquea por el otro lado en la mesa, habla del privilegio de su compañía. Eva y su díscolo vestido se despiden y dejan a sus compañeros con una media sonrisa.

"Confío con facilidad en la gente", explica ella con alegría. "Es más sencillo comportarse así".

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