Desde muy temprano, la vereda Buga, de Alta Vista, se llenó de gente ayer. Es que el Festival de Cometas atrae como imán a miles de personas que no han perdido la ilusión infantil de ver volando sus sueños.
Y esos pájaros de papel y largas colas fueron las reinas del día. Juguetes del viento, compitieron en belleza con el Sol de agosto.
Desde las seis de la mañana se vio la primera cometa surcando los aires. Era la de Santiago Castañeda, quien acampó en el mismo cerro de la fiesta, junto al sollado de Hugo Quintero, que nunca se pierde el Festival, y diez personas más, entre parientes y amigos, casi todos de la vereda Buena Vista, situada un poco más abajo, en el mismo corregimiento. Por la tarde prepararon sancocho en medio de una multitud que subía y bajaba el cerro sin cesar.
Entre cometeros de trayectoria se vio la figura de Camilo Alberts, con sus pies metidos en tenis psicodélicos. Apenas sí habla español. Es colombiano, pero desde los dos años sus padres lo llevaron a vivir a Alemania. Tiene once. Y si bien ha venido a Medellín otras veces, ayer, por primera vez, vivía una fiesta de los vientos. "Sí, porque allá, en Alemania no hay festivales de estos". Su cometa, de las pequeñas y plásticas que vendían en el pie del cerro, apenas sí se elevaba por encima de las cabezas de sus familiares.
Cerca de él, Ómar David Gómez trataba de elevar su estrella, con ayuda de John Steven Valencia. La hizo unos días antes. Él mismo fue a los montes de Buga a buscar cañas, las puso a secar al Sol, cortó los pliegos de papel de seda y pegó la cola de trapo. "Soy aficionado a las cometas desde que tengo uso de razón -dice-. Cuando elevo una siento que soy yo el que vuela. A veces, cuando es muy tarde y la cometa está por las nubes y me cuesta verla, corto la pita y dejo que se vaya. No es una pérdida porque a esa hora ya he sentido el placer de elevarla toda una tarde".
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
