Hace 38 años, en uno de los momentos más duros vividos en su matrimonio, pues su esposo se había quedado desempleado, Mary Noreña, tuvo el sueño que cambió el destino y la vocación de su familia.“Mi mamá soñó que en un ranchito, al lado de una carretera, había una fila de carros y una multitud de personas que querían comprar los buñuelos, empanadas, arepas de chócolo y pasteles de pollo que ella preparaba”, comenta Nora Alzate Noreña, hija de la fundadora de los restaurantes El Rancherito.
A pesar de contarle el sueño a Gregorio, su esposo, e insistirle sin éxito durante una semana para poner manos a la obra, doña Mary decidió levantar el rancho por sus propios medios en un lote a orilla de carretera, en la salida que del municipio de Caldas conduce a Amagá y su marido, al ver el empeño que ella ponía, finalmente le ayudó a dar inicio a su visión.El Rancherito, en su arranque fue una ramada y un fogón de leña donde se hacía deliciosa comida típica antioqueña con un sabor único, sabor a casa.
Detrás de la buena acogida y aceptación de las viandas que Mary preparaba, aparecieron las sugerencias y encargos de los clientes, que llegaron a ser muchos, tal como ocurrió en el sueño, y que llegó a tener en las dos hijas del matrimonio sus primeras y más leales colaboradoras, quienes al término de su jornada de estudio se iban al ranchito a ayudar.
No fueron tiempos fáciles, pero la tenacidad de los Alzate Noreña y el reconocimiento que acumularon durante los primeros 5 años de trabajo entre sus comensales, condujeron a que se abrieran los siguientes restaurantes, en Copacabana y en Guarne.
La violencia que acorralaLa prosperidad y el crecimiento de los restaurantes El Rancherito tuvieron en la violencia y en los cierres obligados de las vías una severa amenaza, pues la reducción drástica del flujo de viajeros los tuvo a punto de la quiebra.El momento fue tan complejo que se reflejó negativamente en los puestos de trabajo y un local que llegó a necesitar 30 empleados operó solo con 7.
“Nos sentábamos en las mesas para cronometrar cuánto tiempo demoraba en pasar un solo carro y casi nos vimos obligados a cerrar”, recuerdan los empresarios.Pero a grandes males grandes remedios y fue así como se pensó en una estrategia que acercara la buena mesa de El Rancherito a la gente que no quería salir por miedo y fue así como se abrió un establecimiento en la vía a Las Palmas, que nuevamente levantó la dinámica del negocio.
La expansión de esta empresa la lleva a tener hoy 8 restaurantes, unos 400 empleados y en los planes de los dueños está la futura apertura en otras zonas por fuera de Antioquia, como Manizales o Bogotá, e incluso establecerse en el extranjero.
Para los propietarios, El Rancherito se ha convertido en punto de encuentro en las carreteras antioqueñas y la intención es replicar la experiencia en otros lados.Mantener la sazónEl aprendizaje de casi cuatro décadas permite que Nora y su hermana Ruth, con solo destapar la olla, mirar la textura y el color del cocido y percibir el olor, determinen si la preparación está bien o no.En ello es clave tener a personas constantes como Narciso Zapata, quien fue el primer empleado de El Rancherito y quien tiene a su cargo velar por la calidad de las carnes que se ofrecen en los puntos de venta.
En un centro de acopio, en Guarne, se supervisan los cárnicos, los embutidos y cocidos que se ofrecen al público asegurando la misma sazón y buen gusto y calidad en todos los locales.Adicionalmente, el personal de cocina y de servicio recibe capacitación durante un mes por parte del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) y de asesores externos, pero el próximo año se abrirá la escuela El Rancherito, que en principio se encargará de formar directamente a los nuevos empleados, de ese modo se busca que el sueño de doña Mary siga vigente.Ponerse las botas y emprender con sus propias manos la realización de un sueño, han posicionado a El Rancherito como una empresa exitosa con muchas mesas por servir.
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