Pocos se sienten orgullosos de ser llamados políticos, aunque ejerzan la política. Serlo es un pecado. Algunos, por el contrario, sienten que la política es un ejercicio noble y necesario en la vida de toda democracia. Dentro de este reducido número se encuentran el presidente Álvaro Uribe Vélez y su nuevo ministro de Justicia e Interior, Fabio Valencia Cossio. Ojalá que otros, como ellos, reconocieran su vocación política y enaltecieran su ejercicio.
Tanto el Presidente como Fabio Valencia supieron desde siempre que querían ejercer la política y llegar a las más altas dignidades. Ambos se prepararon para ello y empezaron a ser políticos desde las bancas de la Universidad de Antioquia, donde ambos completaron su carrera de Derecho y Ciencias Políticas.
A los veinte años de edad, ya Fabio trabajaba al lado de Jota Emilio Valderrama. Muy pronto fue representante a la Cámara y Senador de la República. Hoy es una de las personas que más sabe de campañas electorales y del tejemaneje del Congreso de la República. Por eso es el hombre preciso para el momento preciso. Tiene el reto de impulsar y lograr que se apruebe una reforma política que permita la depuración de las costumbres y la conformación de ambas cámaras.
Fabio fue embajador ante el gobierno de Italia después de haberle dedicado todas sus energías al proceso de negociación con las Farc en el Caguán. Y, lo que podría considerarse un respiro, le sirvió para impulsar las relaciones bilaterales con Colombia, un mejor conocimiento de nuestro país y el comercio, hasta el punto de ser condecorado por el alcalde Sergio Fajardo Valderrama.
Conocedor de la idiosincrasia guerrillera, Fabio Valencia puede jugar un papel fundamental en los acercamientos con los grupos insurgentes para lograr el sueño merecido de la paz para las generaciones presentes y futuras.
Como Alto Comisionado para la Competitividad conoció la importancia que tiene saber insertar a Colombia en la globalización y lograr la conexión vial con Panamá rompiendo el Tapón del Darién. Esperamos que dedique parte de sus esfuerzos a lograr este otro sueño aplazado.
La carrera de Fabio Valencia, el político por vocación, ha alcanzado otro triunfo y asumido varios retos. Cuando termine su gestión podrá sentir la satisfacción del deber cumplido y haber demostrado, una vez más, que su familia hace honor al ejemplo de sus padres, don Luis Eduardo y doña Elvira. También, que la política es una profesión digna y noble que merece la dedicación de quienes la aman como servicio.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
