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El cese de pagos es un riesgo para cualquier Estado

Expertos creen que faltan mayores mecanismos mundiales para prevenir que esto ocurra, en una época en que la situación se hace más frecuente.

03 de agosto de 2014
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La impresión que deja la entrada en el cese de pagos de Argentina, a causa de 1.330 millones de dólares que le reclaman por los fondos buitre, es que sus ciudadanos no son culpables de la grave situación económica que se avecina.

Por suerte, buena o mala, los argentinos están acostumbrados a esa debacle en la economía, porque su país es el único que actualmente en Latinoamérica pasa por dos sucesivos defaults en menos de 13 años. Pero no son, serán, ni han sido los únicos ciudadanos del mundo que han visto a sus naciones afectadas por esta circunstancia en la historia económica mundial.

En 2012, los países que entraron en una situación similar eran España, que ha estado 15 veces en cese de pagos, y Grecia, primero en la historia de la humanidad en quedar en default en el año 377 antes de Cristo. Italia y E.U. (2013), se salvaron por poco al aumentar de modo generalizado sus impuestos o subir el techo de la deuda, respectivamente. Estas naciones incluso aún no logran la recuperación total tras la crisis financiera de 2008.

No solo eso, según datos de la agencia de acreditación de riesgo Standard & Poor"s del último año, los países más proclives a caer en default además de Argentina, son, en su orden, Chipre, Venezuela, Egipto, Pakistán, Ucrania, Portugal, Líbano e Irak.

En todos los casos, expertos consultados por El Colombiano coincidieron en señalar dos razones fundamentales por las que la economía de estos países se ha visto amenazada por el default: falta de regulación de las instituciones financieras a nivel global y mal manejo macroeconómico de las naciones.

Los fondos buitre
El ejemplo más importante de esto es el que llena los titulares hoy en día: Argentina. ¿Cómo llegó el país sudamericano a esa situación?

En declaraciones a El Colombiano, Giovanni Reyes, doctor en Economía de la Universidad de Harvard y docente de la Universidad del Rosario, dijo que "los orígenes de la millonaria obligación que tiene Argentina se remontan hasta 1998, años finales del mandato de Carlos Menem, que endeudó al país en exceso. Para el 99 el déficit fiscal de la nación era de 7.350 millones de pesos argentinos y la deuda externa se ubicaba en los 120.000 millones de dólares".

Fernando de la Rúa asumió como presidente en diciembre del mismo año, y de entrada empezó a aplicar duras medidas para palear ese preocupante déficit.

Una de ellas fue la que devino en el denominado "corralito", al decretar la restricción de la libre disposición de dinero en efectivo de cuentas corrientes y cajas de ahorros, temiendo una masiva corrida bancaria dada la especulación que se formaba alrededor de un posible cese de pagos.

Esto solo empeoró la situación de su economía y efectivamente, para diciembre de 2001, Argentina no podía pagar 93.000 millones de dólares de deuda externa (default). Una reestructuración de la deuda era necesaria, algo que logró poner en marcha ya el 14 de enero de 2005, bajo el mandato de Néstor Kirchner.

Reyes explicó en qué se basó esa medida: "La reestructuración consistió en que el gobierno ofreció a los tenedores de la deuda que solo les podía pagar aproximadamente entre el 40 y 50 por ciento de los fondos y se los tenían que ir abonando secuencialmente. El 76 por ciento estuvo de acuerdo en ese momento. Luego, en 2010, otra reestructuración logró que el 93 por ciento del total aceptara la oferta".

El 7 por ciento restante es el que tiene al país temiendo las consecuencias de otro cese de pagos, tras 13 años del anterior, tristemente recordado por las consecuencias que dejó para la población. Pero la naturaleza de este default es distinta, incluso su motivo tiene otro nombre: fondos buitre.

"Los que no estaban de acuerdo con la reestructuración de 2010 comenzaron a vender deuda en mercados secundarios y terciarios. Según el gobierno argentino, con esto los propietarios de dichos fondos la recuperaron, aún desvalorizada, hasta en un 20 por ciento", explicó Reyes.

"Ellos respondieron que no, que lo que importa es que Argentina pague lo que debe desde 2001, con intereses. Por este motivo fueron ante el juez estadounidense Thomas Griesa. Estos son los llamados fondos buitre", ilustró.

Si Argentina cayó en cese de pagos en 2001 por una deuda de 93.000 millones de dólares, lo de hoy es significativamente menor. El juez Griesa reclama el pago de 1.600 millones de dólares a los acreedores de los fondos buitre, algo a lo que el país sudamericano se niega.

Asunto global
Argentina no fue el único país en llegar a cese de pagos en los últimos años, ni es el que más ha incurrido en dicha situación (ver gráfico). Los casos recientes más notables se presentaron en España y Grecia, con Italia y E.U. salvándose por poco de lo mismo, todos ellos en el contexto de la crisis financiera mundial de 2008.

Para 2012 los inversores huían de España, el desempleo repuntaba y el país entraba en default por vigesimoquinta vez en su historia. Una deuda neta externa de 976.400 millones de euros, le significó un déficit equivalente al 92,9 por ciento del PIB. Una cifra tan abismal requirió del rescate por parte de las instituciones financieras europeas. Hoy día la nación no se recupera completamente de los coletazos de lo ocurrido.

Grecia también experimentó default en marzo de 2012, por la falta de liquidez que golpeó a la zona euro tras la Gran Recesión de 2008. Y es tal vez el país que menos se ha recuperado de la misma, ya que aún posee una deuda externa de 314.801 millones de euros, lo que corresponde al 174 por ciento de su PIB.

Pasará mucho tiempo para que la confianza de los inversionistas pueda regresar a estos países. Pero ninguno a nivel mundial puede sentirse a salvo, "ni en momentos de alta liquidez y crecimiento", tal como dijo a este diario Humberto Franco, docente de la Escuela de Economía y Finanzas de la Universidad Eafit.

Prueba de esto es lo que pasó en E.U. en octubre de 2013, cuando la potencia se salvó, a pocas horas de entrar en una situación de cese de pagos.

En ese entonces, en un momento duro para la economía estadounidense (con una deuda de 17,58 billones de dólares, así como un déficit de 7,34 por ciento del PIB), y durante la parálisis del gobierno, el Congreso aprobó un proyecto de ley para elevar el techo de deuda de la nación, lo que significó que E.U. evitara entrar en default.

"Si no le levantaban el techo de la deuda al país era inminente su entrada al cese de pagos. Por ahora no les ha tocado pasar por ahí y solo ha sido una amenaza, ya que se les ha ampliado el techo del endeudamiento para que puedan seguir pagando", afirmó Néstor Raúl Gamboa, economista y director de la Agencia de Educación Superior de Medellín.

Causas
¿Qué hace que tantas naciones aparezcan luchando por no entrar en el cese de pagos o por salir de dicha situación? Los expertos consultados explicaron las causas.

"Esto ocurre cuando los gobiernos se exceden en sus capacidades y se endeudan con intenciones políticas, como cumplirle a sus electores obviando procesos económicos. Luego terminan en déficits que tienen que financiar, normalmente a tasas muy altas, por el hecho de que son riesgosos", aseguró Franco.

"Eso lleva a que a mediano y largo plazo empiece el costo financiero y el servicio de la deuda a incrementarse, imposibilitando la posibilidad de pago", añadió.

"Las economías nacionales en cierta forma tienen que permanecer financiándose tanto del sector interno como externo. Cuando tienen excesivo endeudamiento y, por alguna razón, sus productos básicos de exportación caen, se frenan los ingresos. Al estos frenarse y cuando el país no puede aumentar los impuestos para oxigenar el gasto, es muy fácil que entre en problemas de cese de pagos", detalló por su parte Gamboa.

"La salida es acelerar las exportaciones depreciando el tipo de cambio, pero en el caso de las economías de A.L, estas tienen tipos de cambio que los mueve el mercado. Y la otra sería aumentar los impuestos, lo que requiere una reforma tributaria que tiene que ir a los congresos, lo que no es fácil porque además sería impopular", aseveró.

Reyes coincidió: "Todo depende esencialmente del manejo macroeconómico. Un país que regula su deuda, que la controla en función de su capacidad de exportación y de pagos es un país que asegura la situación de sus cumplimientos internacionales, tal como Colombia hoy día".

En este sentido, resulta clave la planeación que hace una nación sobre qué tanto puede endeudarse teniendo en cuenta las variables macroeconómicas y cómo pueden afectar el pago a largo plazo. Un país que llega al cese de pagos no previó, por tanto, bien esto.

Pero además de saber ¿qué tan capaz es el país de pagar la deuda?, Reyes añade otra pregunta clave que se debe hacer un Estado al contraerla:

"¿Con qué motivo me endeudaré? El problema no es exactamente tener la deuda, sino cuál es el destino de la misma. Si se trata de apalancar gastos operativos del gobierno porque no quieren ponerle impuestos a sectores, eso es una cosa, y otra es para crear inversión y que esta genere competitividad. Es como si una persona que se endeuda lo hace para hacer fiestas o mas bien para comprar una computadora para mejorar su trabajo", argumentó.

Regulación financiera
Pero más allá de las naciones, existen responsabilidades en el plano global frente al incremento del cese de pagos en los países. Es, por lo menos, la opinión de Humberto Franco, quien considera que se trata de la clave principal a trabajar en búsqueda de salidas.

"El cese de pagos es más frecuente ahora porque el mundo ha abierto sus puertas financieras de manera más marcada. Los capitales entran y salen con mayor frecuencia frente a las regulaciones que los mercados siempre han tenido. Hay veces que el mundo tiene altos niveles de liquidez, como ocurrió recientemente antes de la crisis de 2008. Ese relajamiento los lleva a colocar más recursos sin mayores estudios de riesgo, como en España", explicó.

"De manera que es mas usual el cese de pagos porque se ha reducido la regulación del sistema financiero global", concluyó. Por lo tanto, no solo es responsabilidad de los países, sino de las entidades financieras mundiales, el evitar que las naciones entren en default. Un control más estricto podría garantizarlo

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