Un tribunal japonés los declaró culpables este lunes de robar carne de ballena que, dicen ellos, estaba destinada al consumo ilegal.
El tribunal del distrito de Aomori dio sentencias suspendidas a los activistas tras declararles culpables de robarse 23 kilogramos de carne de ballena del almacén de una compañía de servicio de entregas en abril de 2008.
La carne provino de ballenas cazadas durante cacerías llamadas "de estudio" auspiciadas por el gobierno japonés.
Japón caza ballenas a lo largo de sus aguas costeras y en la Antártida bajo la exención de estudios a la prohibición de 1986 por la Comisión Ballenera Internacional.
Dudan de las cacerías "científicas"
Los críticos dicen que las cacerías "científicas" son una farsa para continuar la cacería comercial, porque la carne de las ballenas cazadas va a parar mayormente a restaurantes, mercados y almuerzos escolares.
Junichi Sato, de 33 años, y Toru Suzuki, de 43, fueron sentenciados a un año de cárcel por robo y entrada desautorizada, pero no van a pasar tiempo en prisión, dijeron Greenpeace y funcionarios judiciales.
Los dos activistas se declararon inocentes de robo, pero admitieron la entrada ilegal. Insistieron que con su acción querían llamar la atención sobre las turbias operaciones balleneras científicas y presentar una queja formal ante las autoridades. Sato dijo que él y Suzuki van a apelar el veredicto.
"Es una sentencia injusta que castiga a personas que estaban tratando de revelar las violaciones de proyectos financiados con dinero del contribuyente", dijo Sato en un video colocado en internet.
En mayo de 2008, Greenpeace le presentó la carne robada a las autoridades y dijo que los balleneros en las cacerías usan la carne para venderla o para consumo personal.
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