TENÍA UN 'SOPLÓN'. El pasado Año sacerdotal que convocó Benedicto XVI tuvo un patrono especial: san Juan María Vianney -cuya fiesta celebra la Iglesia en esta fecha-, el humilde cura de Ars que en el seminario los profesores decían "es muy buena persona pero no aprende", y sus superiores dudaron ordenarlo sacerdote por su falta de inteligencia; recomendaron "no ponerlo a confesar porque no sirve para ese oficio", pero después fue un gran confesor y consejero de infinidad de personas.
Esto tiene explicación: el Santo Cura de Ars siempre fue hombre de mucha oración.
Cuenta un biógrafo suyo que un sacerdote que debía resolver un difícil caso de conciencia, al no encontrar solución, fue a visitar a Vianney, quien con pocas palabras lo dilucidó. El visitante asombrado comentó: "Fue como si una nube se hubiera disipado de repente: este hombre tiene un soplón".
Y al preguntarle dónde había estudiado tanta teología, la respuesta simple del Santo Cura fue señalarle su reclinatorio: el soplón era el Espíritu Santo.
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