Cuando el candidato Guillermo Roldán Correa supo que lo iban a matar, se volteó el poncho para adelante, como si hubiese querido que la imagen estampada del Cristo de Zaragoza le resguardara el pecho.
Pero el rostro de Jesús no lo blindó. Guillermo no alcanzó a dar cinco pasos y ya una ráfaga de fusil le había quemado verticalmente la piel y el torso.
Justo al lado, también caía muerto Donay de Jesús Correa Londoño, un político local del partido de La U, con quien el mismo Guillermo -que era conservador- se iba a medir en las próximas elecciones para la Alcaldía de Campamento.
El reloj destrozado de Donay se paró a las 5:20 de la tarde, del 30 de mayo de 2011. Ambos cuerpos quedaron a la orilla de la carretera, en la mitad de un sitio conocido como La caseta de los López, de la vereda La Concha.
La lluvia apretaba con más fuerza y la luz del cielo comenzaba a desaparecer.
Los dos hombres que dispararon (cada uno provisto de un arma larga) no utilizaron ni capuchas ni uniformes. "Vestían de civil, con sudadera azul, botas pantaneras, que son los zapatos comunes de la montaña. El uno llevaba camiseta azul oscura; y el otro, fucsia", dice uno de los testigos.
"El cadáver de Guillermo estaba ahí tirado. Se le veía un Cristo encima. En ese momento me puse a llorar. Empecé como pude a rezar el Padrenuestro y de pronto seguí con el Avemaría y al final terminé en un enredo", prosigue.
Pero, ¿qué hacían dos políticos contrincantes, en un paraje veredal, a la misma hora y en el mismo lugar?
Ambas comitivas se habían encontrado casi que por casualidad. Guillermo, junto con seis personas más, venía de la vereda San Antonio, donde se reunió y almorzó con 115 personas, mal contadas.
Rosalba Rodríguez Barrera, esposa del candidato, refrenda que Guillermo ya había visitado 38, de las 48 veredas de Campamento, sin que jamás hubiese recibido amenazas.
"Luego de haber recorrido una buena trocha en bestia, Guillermo se montó al carro y se puso a echar chistes, estaba contento. Sobre todo porque en la mañana le habían dicho que en San Antonio era poca la gente que iba a asistir, y al final hicieron falta platos desechables para el almuerzo", relata uno de sus acompañantes.
Donay regresaba de la vereda La Polca, de una reunión que se interrumpió a eso de las 4:00 de la tarde, por una llamada telefónica. "Vámonos ya de aquí", dijo Donay después de que colgó.
"¿Qué pasó?", le preguntó uno de sus asistentes. "Es que me dicen que tanto don Guillermo allá en San Antonio, como yo acá, estamos corriendo peligro", contestó.
Y enseguida remató diciendo: "¿Sabes que me recomendaron? Qué raro, que si era posible, que me cambiara de ropa".
Luego de vestirse con otras prendas, la comitiva de Donay subió en sigilo hasta el punto donde habían dejado estacionado el carro. La sorpresa fue mayor cuando vieron que una de las llantas estaba pinchada. "Lo más extraño era que nosotros habíamos dejado el carro en perfectas condiciones. Ahora no había repuesto, y ni siquiera un inflador", testificó uno de los presentes.
"Si hubiéramos estado en el corregimiento de Cedeño (a 20 minutos del sitio, según el testimonio) estaríamos a salvo porque allá había Ejército. Pero no, nos tocó mandar a traer otro carro en medio de una tensión horrible", prosigue.
Y el vehículo llegó. A 10 minutos de camino, la caravana de Donay alcanzó y rebasó a la de Guillermo. Y a unos 500 metros, aparecieron los dos señores armados.
Los relatos de ambas comitivas coinciden en todo. A los dos vehículos los hicieron parar. A todos les pidieron los teléfonos celulares. Y fue en ese momento que preguntaron quiénes eran los candidatos.
"Se los llevaron aparte. A la distancia veíamos el movimiento de las manos de Guillermo, no sé, dando alguna explicación. Donay era un poquito más parco, con las manos puestas hacia adelante. De pronto veo que Guillermo da un paso atrás, levanta las manos y fue cuando sonaron los rafagazos. A los dos los mataron al tiempo".
Los armados se agacharon a recoger las vainillas que dejaron los disparos. "Uno de ellos se acerca al carro y dice que eso no era personal, que ellos obedecían órdenes. Mi compañero pregunta que si podemos recoger los cadáveres y el hombre dice que sí", continúa el testigo. Otra persona consultada por este diario, aseguró que el acento de uno de ellos se semejaba al cordobés.
Ya estaban acomodando a Guillermo en uno de los carros, cuando sonaron más disparos. "¿Se puede imaginar usted esos instantes? A Donay ya lo había tomado de los hombros para subirlo también, pero tuve que soltarlo. Ya no podíamos hacer nada, nos fuimos. La última imagen que tengo es la del cuerpo de Donay, tirado en la carretera, tal cual yo lo había dejado, solo, bajo una lluvia impresionante".
¿No hay garantías?
En términos administrativos, Campamento es un municipio de quinta categoría y 9.425 habitantes. Para las próximas elecciones está en juego un presupuesto anual de 5.600 millones de pesos, según cuentas del concejal Francisco Guzmán.
Tras el asesinato de Guillermo y Donay, solo quedó en camino un candidato: Gildardo Álvarez, quien representa al grupo político del actual alcalde, Adelmo de Jesús Sánchez Serna.
Éste último fue destituido e inhabilitado por diez años, en primera instancia (el 12 de mayo pasado) por la Procuraduría General de la Nación, en razón a una "violación del régimen de inhabilidades e incompatibilidades de la contratación estatal".
En la Procuraduría Provincial de Yarumal, a Sánchez también le obra una investigación disciplinaria por "presunta participación en política", radicado D-2010-907-242980, queja que justamente interpuso Donay Correa.
Hoy el ambiente político no puede ser más tenso. Quienes quedaron "huérfanos" de candidatos, aseguran que no hay garantías para hacer proselitismo.
Una vez ocurrido el doble crimen, ambas campañas unieron fuerzas y eligieron a Cecilia Arenas como opción para llegar a la Alcaldía, pero ella declinó arguyendo razones de seguridad. Ayer sábado aún discutían su reemplazo.
El Alcalde, por el contrario, dice que las garantías están dadas por la importante presencia de policías y soldados de la Brigada Móvil 25, del Ejército.
Pero la incertidumbre en Campamento también corre por cuenta de no saber aún de dónde provinieron las balas.
Pocas horas después de que sucedieron los hechos, el gobernador de Antioquia, Luis Alfredo Ramos, anunció una recompensa de 100 millones de pesos, con el fin de esclarecer los asesinatos. Al final de la intervención dijo: "Así son las Farc de despiadadas".
No obstante y aunque todavía pervive la hipótesis de que la orden de asesinar a Donay y a Guillermo salió del Frente 36 de las Farc, un investigador cercano al caso, asegura que eso "todavía no está tan claro". El proceso está en manos de un Fiscal de la Unidad Nacional de Derechos Humanos, de la Fiscalía, y es posible que pronto, agrega el funcionario, haya resultados. "Lo cierto es que se trata de un crimen por razones políticas", concluye.
Las Farc, por su parte, no se han adjudicado abiertamente el hecho, aunque al Alcalde Sánchez le llegó otra versión. "Dizque hicieron una reunión y dijeron que ellos (la guerrilla) habían sido los que tomaron esa decisión. Pero como le digo, son solo rumores".
Un subintendente de Inteligencia de la Policía declara, en todo caso, que el Frente 36 es la facción guerrillera con más capacidad de hacer daño en Antioquia, aún contando con 110 hombres desplegados en pequeños grupos. Ellos fueron quienes accionaron el artefacto explosivo que dio con la muerte del mayor, Félix Antonio Jaimes, comandante de la Policía de Carreteras, el pasado 29 de junio.
Pero así no se sepa de dónde vino la orden de sacar del escenario a Guillermo y a Donay, la campaña para la Alcaldía de Campamento ya está teñida, tristemente, de sangre. O como lo dice Patricia Fernández, representante de la Misión de Observación Electoral (MOE) en Antioquia. "Esto deja mucho que decir desde la democracia".
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