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Cambio extremo

  • Ximena Ospina Duque | Ximena Ospina Duque
    Ximena Ospina Duque | Ximena Ospina Duque
15 de mayo de 2011
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Cuando queremos cambiarnos a nosotros mismos se dice que es un cambio extremo. Pues bien, eso es lo que está sucediendo con Colombia sin necesidad de elegir a evos ni chávez o resucitar a Fidel; ni de aparecer ante el mundo como no "demócratas".

Tampoco es solamente cuestión de estilo, como algunos medios han querido desdibujar todas las transmutaciones que se han dado de Santos respecto a Uribe. No se trata de lealtad intelectual solamente, en primer lugar con uno mismo, el asunto es bastante más de fondo.

Por eso en psiquiatría no se habla de cambio extremo sino de esquizofrenia cuando hay alteraciones en la percepción de la realidad que causa además mutación.

El problema cuando se quiere ser líder teniendo amigos como ellos es que se requiere cierto grado de emulación, no necesitamos un discurso altisonante, solo se requiere hacer leyes igual de demagógicas sin ningún estudio mediano sobre sus efectos en el fisco por más loable que sea la idea.

Algo parecido pasó en Venezuela, que al amparo de un triunfo democrático en las urnas se gobierna de manera autoritaria y arbitraria al no tener en su discurso de campaña nada parecido con lo que es la verdadera y triste realidad de ese país hoy.

No nos extrañemos que todo lo que está sucediendo en Colombia actual es la preparación final para llegar a los tan anhelados diálogos de paz de algunos de los gobiernos recientes para pasar a la historia. La historia nos ha demostrado que procesos de paz sin ningún debate serio al interior de los partidos, incluyendo el Partido Conservador, han sido un fracaso.

Es por eso que la Ley de Víctimas es el preámbulo esperado hace años por el Partido Liberal para hacer un proceso de paz con las guerrillas, dejando para el último debate en el Senado el tema del conflicto interno armado.

No les ha importado nada, ni el presupuesto nacional estructurando estas leyes imposibles de pagar ni el querer de los colombianos, porque crear falsas expectativas es una manera de engañar.

No puede ser gratuito todo lo que está pasando: la desmoralización de nuestro ejército, la mayor reforma tributaria por decreto aumentando los impuestos, legitimar a los vecinos mientras expropian y silencian a la prensa y, por último, darles categoría de actores políticos a las narcoguerrillas, Farc y ELN.

Nunca se podrá ganar una guerra si no se cuenta con la mística dentro de la tropa. ¿Qué pensarán al ver la persecución jurídica y el sacrificio de sus superiores? esta podría ser la última fase de una guerra perdida.

¿Qué sentirán nuestras Fuerzas Armadas cuando países extranjeros sean los encargados de darles el reconocimiento de beligerancia a las guerrillas? En el supuesto que cumplieran con el derecho internacional humanitario.

¿También estará en la agenda del proceso de paz hablar sobre los territorios limítrofes? Si es por eso, en la Constitución de Chávez ya están definidos hace tiempos. Solo bastaría anexar nuestra Orinoquia a la "Capitanía General de Venezuela", como contraprestación al país mediador.

Afirmar que hay conflicto interno es reconocerles a los narcoterroristas que son actores políticos, con el único fin de no sentarse a la mesa de diálogo con unos pobres guerrilleros sino con verdaderas guerrillas comunistas hoy del Socialismo Siglo XXI.

Esto por supuesto no se lo cree nadie, ni Estados Unidos, que fue el primero en salir a decir que para ellos seguirán siendo lo que son: terroristas.

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