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A Gabriel Romero no le termina la subienda

30 de agosto de 2008
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Desde los tiempos en que se llamaba Gabriel Suárez, Gabriel Romero no quiso aprender a tocar ningún instrumento, para que en las orquestas no lo pusieran en otro puesto distinto al de vocalista.

No se entusiasmó a hacerlo cuando era un chico en Sabanagrande, Atlántico, donde nació el 20 de septiembre de 1943. Ni cuando vivió en Barranquilla, siendo un muchacho apenas mayor de 10 años. En ese entonces, ya tenía un grupo musical con algunos compañeros de escuela y se presentaban en las fiestas patronales para interpretar las canciones de Guillermo Buitrago y Pacho Galán.

Y tampoco cuando, tras salir del colegio, se paraba con sus amigos a ver ensayar la orquesta de éste último, "la más importante de ese momento en Colombia".

Una vez, viendo un ensayo, semejante orquesta de 22 músicos, Gabriel les dijo a sus compañeros: "Yo, cuando esté grande, voy a ser cantante de esa agrupación".

Y cumplió: cuando tuvo 18 años hizo realidad ese aparente desvarío. Fue el premio por haber ganado un concurso radial en Emisoras Unidas, de la capital del Atlántico.

Ese concurso abrió de una vez y para siempre la puerta de su vida musical, porque Pacho le dio oportunidad de cantar con su grupo.

Fue el periodista Álvaro Ruiz Hernández quien le recomendó cambiar su nombre, porque había un ciclista con un nombre muy parecido al suyo, Javier Suárez.

"En ese momento había acabado de morir mi madre y dije: voy a utilizar el Romero, porque soy Suárez Romero".

Todos los caminos llevan a?
La lamparita, como dice Gabriel, le ha iluminado toda la vida el camino hacia Medellín. Con decir que su registro civil de nacimiento reposa en la Notaría 1 de esta ciudad y ni siquiera su papá, El Negrito Fino, le supo explicar nunca cómo vino a parar aquí ese documento.

Por recomendación de Pacho Galán, viajó a la capital antioqueña con los Hermanos Martelo para cantar en el Club Campestre. Al nuevo cantante le sonaba la idea porque cada una de las disqueras tenía agrupación de música tropical y, por qué no, de pronto lo llamaban a integrar alguna.

Una noche cualquiera, la gente de Sonolux fue al Campestre a conocer al muchachito que estaba con los Martelo. En esa disquera tenían una banda nueva, que no lograba imponerse: los Black Stars.

"Tenían la onda. Las guitarras, el pelo largo? y eso era lo que yo quería".

Grabó su primer disco. Y pegó fuerte con una canción de su autoría: Qué bueno que está el cumbión.

Un año después, por las calles de Bogotá, halló al maestro José Barros, a quien había conocido en Barranquilla por intermedio de Pacho Galán, y no dudó en acercársele para pedirle una canción.

"Tengo una canción que estos sordos no me han querido escuchar -dijo Barros- se llama La Piragua".

El compositor banqueño se la cantó acompañado de guitarra y se la dio para que la interpretara.

Es tan importante esa canción, grabada en junio de 1969, que Romero considera que ahí comenzó de verdad su carrera como artista. Después, el maestro Barros habría de comentar: "Miren, le entregué La Piragua a Emilio Fortul y no le prestó atención. ¡Ese turco no sabe de canciones!"

No necesito que estés arriba
El Piragüero dice que algunos creen que él es un costeño malagradecido, pero lo único que tiene son palabras de gratitud a Medellín. Por eso, siendo aficionado al fútbol, pensó un día: yo debería hacerle un disco al Medellín.

"Yo veía que en esa época no podía hablar de campeón, porque era un equipo de media tabla para abajo. Entonces dije: 'voy a cantar la canción de la humildad': No necesito que estés arriba para quererte, glorioso DIM".

Y quiso que fuera un porro porque en esta ciudad, sostiene Romero, se baila más porro que en la costa.

Ahora Gabriel Romero vive con su familia a Miami. La razón es que él considera que Miami es la ciudad más cercana a Estados Unidos. A él le conviene estar allí para hacer circular su repertorio de canciones inéditas, que, está seguro, no alcanzaría a grabar en la vida. Fundó su propia editora, Letra & Música, y cuando no canta se la pasa reuniéndose con artistas para que interpreten sus canciones.

"'Para mí, tú eres la reina -canta Gabriel-. Las demás son las demás', es una canción mía que grabó el Gran Combo de Puerto Rico.

Al despedirse, Gabriel Romero se va con una tarea: se compromete a componer una canción sobre el Tigre de Amalfi. Lee la historia de la fiera que azotó a ese pueblo del Nordeste antioqueño hace más de 50 años y dice: "no te extrañes que te diga: ¡John Saldarriaga, no dejes que te coma el tigre!".

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