Todo ocurrió a bordo de un Morris 1948, con ocho caballos de fuerza, 750 centímetros cúbicos, sin bomba de agua pero con llantas de gran diámetro que le daban más que fuerza, velocidad.
Era mi primera vez, pero ya me habían hablado de su edad, advirtieron que pese a los años, jamás se había varado, nunca se había recalentado y que gracias a su mantenimiento anual estaba en perfectas condiciones para que él repitiera la experiencia, en eso ya tenía habilidad.
Con esos antecedentes lo único que faltaba era dar el primer paso para estar sobre ese Morris inglés, que una vez más haría parte del tradicional Desfile de autos clásicos y antiguos que este año llegó a su edición número 20.
Esta historia comenzó a las 10:54 de la mañana en compañía de José Juan Sampedro (propietario del vehículo), su sobrino Sebastián y de Ricardo Betancurt, más conocido como Ricky, famoso por sus caricaturas editoriales.
¿Tres hombres y una mujer en un carro? Imagínense ustedes las conversaciones... risa y descontrol total. En uno de esos diálogos, una conclusión importante salió a flote: “Ya sabemos lo que siente una reina de belleza”.
Saludar, sonreír a desconocidos y otros no tanto y hasta ser protagonistas de microhistorias de amor que comienzan con un “¡está muy lindo! Una sonrisa para la foto. Así sí, sonriendo queda mejor”, seguido de un “¡uy qué ojos!” y terminando con un “¡aaaadiós, sueeeegro!”
“Somos un pueblo muy pintoresco”, decía Ricky, el más locuaz de este viaje, mientras José Juan se conservaba serio, todo un Lord inglés, igual que su carro y ¿Sebastián? Él era la cara bonita del ejemplar.
Mientras adentro del carro los temas de conversación iban y venían, afuera los “piropos” para el carro y sus ocupantes no se hacían esperar: “¡eso abuelo!”, “¿único dueño?” , “Má... la foto, rápido la foto”, “¿usté es tío mío, sí o no?”, “que les acaba de ir bien”, “dejá pues yo te tomo una foto, abrí la puerta”.
Para participantes y asistentes este desfile fue a la vez fiesta, el asfalto se convirtió en pista de baile, la calle fue una mesa para compartir cervezas y música con amigos y familiares. Hasta las mascotas tuvieron su lugar, labradores, beagles, pinscher y french poodle se incorporaron a la celebración.
“Este desfile significan dos décadas engalanando y enriqueciendo con esta hermosa fiesta la ciudad, que no solamente es afuera de las calles para más de un millón de personas, sino que aquí en este momento tenemos 270 vehículos con sus familias, vestidos a la usanza de la época, los 20, los 30, la época de Charleston, los 60 con los colores. Cada año es una temática diferente, la de esta edición es la Herencia sobre ruedas, uno escribe la historia y otro la mantiene viva”, concluyó Carlos Tisnes, director ejecutivo del Museo del Transporte Fundación .