El síndrome del impostor fue identificado en 1978 por la psicóloga Pauline Clance, quien notó que personas altamente competentes y exitosas suelen atribuir su éxito a la suerte o a factores externos, en lugar de reconocer sus propias habilidades.
Este fenómeno, lejos de ser un simple problema de inseguridad, limita a los profesionales en la toma de decisiones, generar sobrecarga laboral y afectar el bienestar mental.
Y es que esta es una barrera silenciosa que afecta a millones de profesionales en el mundo. Estudios indican que el 70 % de las personas lo experimentarán en algún momento de su vida, sintiendo que sus logros no son merecidos y temiendo ser descubiertos como “fraudes”.
Aunque se cree que solo impacta a líderes y personas con altos niveles de autoexigencia, también se ve reflejado en todo tipo de cargos, generando inseguridad, miedo al fracaso y dificultades para delegar responsabilidades.
Sin embargo, con el desarrollo de ciertas habilidades y estrategias, es posible enfrentarlo y transformarlo en una herramienta de crecimiento.
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Síndrome del impostor, un concepto con décadas de estudio
Ferran Calatayud, director ejecutivo de Broward International University (BIU), destacó que “el síndrome del impostor es más común de lo que se cree y puede restringir el desarrollo de los líderes”.
Además, enfatiza que “la inseguridad y el miedo al fracaso pueden llevar a una toma de decisiones indecisa o a evitar riesgos necesarios para el crecimiento organizacional”.
Esto también influye en la capacidad de delegar, pues muchos líderes prefieren sobrecargarse de tareas antes que confiar en su equipo.
De acuerdo con el informe Imposter Syndrome de Suzanne Feigofsky, este fenómeno es especialmente frecuente en personas con tendencias perfeccionistas, ansiedad generalizada y temor al fracaso, lo que puede impactar su desempeño laboral y bienestar emocional.
Incluso, se ha identificado en el sector salud: entre el 25 % y el 76 % de los médicos en formación han experimentado este síndrome en algún momento.
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Estrategias para superar el síndrome del impostor
Superar esta barrera requiere un proceso de autoconocimiento y el fortalecimiento de habilidades blandas que fomenten la confianza y el liderazgo.
Entre las estrategias recomendadas, destacan:
Autoconciencia y autopercepción: reconocer los logros propios es fundamental. Llevar un diario de logros ayuda a visualizar el progreso y a reforzar la confianza en uno mismo.
Comunicación efectiva: aprender a aceptar elogios sin justificarse y expresar necesidades con claridad contribuye a la construcción de relaciones sólidas y al crecimiento profesional.
Resiliencia: adoptar una mentalidad de crecimiento permite ver los errores como oportunidades de aprendizaje, en lugar de como fracasos.
Reformulación del diálogo interno: identificar pensamientos negativos y reemplazarlos por afirmaciones realistas y positivas ayuda a cambiar la percepción de uno mismo.
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El papel de las empresas en la solución
Las organizaciones también juegan un papel clave en la reducción del impacto del síndrome del impostor. Calatayud menciona varias estrategias efectivas que pueden implementarse en el entorno laboral:
Programas de desarrollo profesional: talleres sobre autoconciencia, resiliencia y comunicación efectiva pueden fortalecer la confianza de los empleados.
Cultura de apoyo y feedback: promover espacios de retroalimentación constructiva y reconocimiento de logros fomenta un ambiente laboral positivo.
Fomento de la mentalidad de crecimiento: ver los errores como parte del aprendizaje ayuda a reducir el miedo al fracaso y aumenta la confianza en la propia capacidad.