Jugó de tú a tú con Juan Martín del Potro, lo derrotó y luego compitieron juntos en dobles.
Sus carreras iban paralelas y de ambos se esperaba que figuraran entre los 50 mejores del mundo. La historia ya está escrita: el argentino siguió en competencia y fue cuarto del ranquin ATP. Thomas Estrada, en cambio, dejó la raqueta para estudiar y radicarse en E.U.
La falta de patrocinio, unido a lo costoso que resultó ser tenista profesional, llevaron al número uno (juvenil) de Suramérica a cerrar su historia antes de tiempo. “Era muy complicado seguir porque en el 2010, en Colombia, no había torneos importantes para sumar puntos, y tampoco patrocinio. Todo salía del bolsillo de mis padres, eso me agotó y me retiré”, dice el ahora gerente de la empresa Fortuna Bakery, en Orlando, Florida.
Cuando Thomas ve en competencia a Juan Martín, su mente hace un revés y vuelve a las canchas para recordar los días en que se batía como león contra del Potro y los locales Michael Quintero, Francisco Franco, Sebastián Gallego, Santiago Giraldo y Robert Farah.
La decisión de Thomas no solo le dolió a él, también a su entrenador Fernando Rodas, quien lo dirigió durante dos años: “sentí mucho cuando se retiró, tenía un talento impresionante, una técnica y una táctica que seguro lo iban a convertir en figura a nivel mundial”.
La dificultad para costear la carrera deportiva fue una lucha, palmo a palmo, con la beca para estudiar. Esta última fue la vencedora y por eso Thomas viajó a Estados Unidos, donde se graduó en Economía y Diseño Gráfico, dos profesiones que en la actualidad combina.
Ese amor y esa pasión que siente por el tenis hace que en cada US Open tenga un lugar en la gradería. Desde allí ha acompañado a Santiago Giraldo, Alejandro Falla y a su gran amigo del Potro.
“Es duro verlos jugar y pensar que yo podría estar allí, me da mucha nostalgía”, dice el paisa que extraña el ambiente y la competencia.
Hace una semana ese bicho lo volvió a picar y después de tres años cogió una raqueta. Lo hizo para medirse ante otro colombiano, un empresario gomoso al que venció por 6-0 y 6-0 como en sus mejores tiempos.
Y aunque le faltó el aire y cada 15 minutos pidió tiempo para hidratarse, se sintió muy bien.
“La verdad, estaba muerto y le decía que fuéramos a tomar agua para recuperar el aliento”, cuenta entre risas el antioqueño que guarda como su gran tesoro la última raqueta que utilizó en el 2010, cuando, con 22 años, decidió retirarse.