El aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio para el 2021, una decisión que la mayoría de deportistas pedía a gritos por causa de la pandemia de covid-19, y cuya fecha aún está por concretarse, no solo trae repercusiones económicas para el Comité Olímpico Internacional (COI) y el país organizador (Japón), sino para los 11.000 atletas de las 207 naciones de los 5 continentes que se preparaban para las justas. Y, claro, golpea también al deporte colombiano.
Aunque la determinación que se tomó “en vez de perjudicarnos, nos beneficia”, señala el presidente del Comité Olímpico Colombiano (COC), Baltazar Medina, al referirse al aspecto deportivo, existe la inquietud de cómo asegurar que el Gobierno mantenga el respaldo porque los dineros que ya estaban aprobados pasarán a otra vigencia.
A esta duda que surge en el país, se suman otras: ¿Qué será del gran “monstruo”, como se refieren al (COI), sin las incalculables cifras que se desprenden de la realización del certamen? ¿Qué gana o pierde usn deportista con la postergación? ¿Algunos colombianos podrían quedarsen fuera de los Juegos por su edad o su ciclo de preparación y competencias? ¿Cuáles son los efectos sicológicas para ellos, pues ahora deberán esperar un año más para alcanzar sus sueños? Ahí no terminan las inquietudes: ¿cómo será el 2021 “sobrecargado” de eventos por cuenta del aplazamiento de casi todo el calendario de 2020? (ver ayudas).
“El panorama no es fácil, pero debemos mantener la guardia arriba para que cuando termine la pesadilla nuestros muchachos no estén en cero, la preparación hay que seguirla, esta viene desde hace 4 años”, sugiere Emma Gaviria, vicepresidenta de la Federación Internacional de Tiro con Arco.
Implicaciones en casa
Medina agrega que si se hubiera sostenido la fecha inicial (24 de julio al 9 de agosto de 2020) iban a ser “unos Juegos deslucidos”, porque muchos países se marginarían. “Y los atletas llegarían en bajo nivel competitivo, lo que afecta el espectáculo”.
El COC quiere llevar a Tokio entre 90 y 100 representantes, una cifra menor a los 147 que fueron a Río de Janeiro-2016. La reducción es porque esta vez no clasificaron los deportes de conjunto (a Brasil sí fueron fútbol, en ambas ramas, y rugby femenino).
El presupuesto que se tiene para este ciclo olímpico, que incluye preparación y participación, es de 25 mil millones de pesos, más 6.000 millones para los contratos de entrenadores. “Estos recursos estaban garantizados por el Ministerio de Deporte, –advierte Medina–, ya inclusive habíamos recibido pagos importantes”.
Su preocupación es que la vigencia del convenio está hasta diciembre de este año y ahora deben mirar la forma de prorrogarlo por razones de fuerza mayor. “Espero que eso lo entiendan los jurídicos del Ministerio de Hacienda para contar con esos recursos hasta que se realice la olimpiada”.
El ministro de Deportes, Ernesto Lucena, quien definió el aplazamiento de Tokio-2020 como “una noticia triste, pero sabia y prudente”, anunció que seguirá trabajando en equipo con los deportistas para llegar lo mejor posible al evento. En sus recientes declaraciones, ratifica que mantendrá el apoyo a los representantes del alto rendimiento.
Luego le tocará hacer la tarea ante Minhacienda para que se respete el presupuesto en 2021. Medina asegura que cada atleta debe continuar las rutinas de trabajo en el aislamiento hasta que puedan volver a ocupar los escenarios. Otra prioridad es conocer la fecha exacta de Juegos para definir con entrenadores y metodólogos el plan a seguir.
Pros y contras
Ramiro Varela, presidente de la Federación Colombiana de Atletismo, argumenta que el interés general prima sobre el individual y por eso han apoyado las directrices del COI. Dice que algunos procesos de preparación se truncaron de cara a buscar las marcas mínimas para quienes aspiraban a lograr tiquetes a Tokio y esto impedía que sus representantes alcanzaran el nivel óptimo.
Sin embargo, añade que los atletas colombianos han crecido en su pirámide de alto rendimiento y algunos se ven perjudicados porque estaban enfocados en el 2020. “Un año más puede originar que varios no lleguen a su máxima curva de desempeño por la planeación de su vida y su desarrollo atlético”.
Entre los exponentes de esta disciplina que apuntaban a una gran figuración aparece el velocista Anthony Zambrano, quien a su edad (22 años) tiene muchos Juegos por delante. Por ese lado no hay preocupaciones, pero estas sí surgen frente a Caterine Ibargën (36), que después de Tokio le diría adiós al deporte competitivo y ahora deberá prolongar casi doce meses su carrera.
Frente al tema, Medina considera que este tiempo adicional le permitirá recuperarse al 100% de la lesión que la aqueja y, además, tendrá la oportunidad de coordinar mejor el trabajo con el nuevo entrenador que está por definir.
Igual sucede con Mariana Pajón, la campeona olímpica que no ha superado por completo sus problemas físicos tras una grave lesión y que ante el cambio de fechas del certamen es contundente: “Estamos viviendo algo de locos, nos cambió la vida a muchísimos, unos vemos oportunidades, otros preocupaciones e incertidumbre... Cuando vemos sufrimiento, muerte, enfermedades y problemas económicos, el deporte, nuestra pasión, el aplazamiento de los Juegos pasa a un segundo plano”.
En el aislamiento, que brinda espacios de reflexión, surgirán soluciones para terminar de darle el toque final al ciclo olímpico de las justas que se seguirán llamando Tokio-2020, según el Gobierno nipón, pero que serán en 2021 .