Nunca, a pesar del intenso dolor que le produjo la lesión de rodilla, perdió el optimismo. Tuvo días grises en los que el llanto fue inevitable y la tristeza se le instaló en el alma, pero siempre sintió que iba a regresar más fuerte.
Sufrir una grave lesión, a ocho días de una competencia, fue el primer dolor que tuvo que superar Ginna Escobar Betancur, la gimnasta número uno de Antioquia y quien en su mejor momento se vio obligada a parar un año. EL COLOMBIANO habló con ella y dice que está lista para volver, mantiene intacto el sueño de ir a los Olímpicos de Tokio.
Ginna, ¿qué recuerda
del día de la lesión?
“Fue una semana antes del Campeonato Nacional, en mayo de 2019. Estaba en las barras asimétricas y sentía las piernas agotadas, pero ya iba a acabar, entonces pensé que era el último esfuerzo. Tenía como una corazonada, inicié la rutina y ya estaba por terminar cuando las manos se me enredaron y caí, justo en un espacio que había entre las colchonetas. Sentí que algo se reventó y fue tanto el dolor que no pude ni llorar. Mi entrenador me acomodó la rodilla, pero sabía que algo había sucedido. Con el paso de las horas el dolor fue más intenso”.
¿Qué pensó?
“Fue muy duro porque estaba en el mejor momento de mi carrera, me sentía segura, haciendo las cosas bien, con rutinas y elementos nuevos, estaba fuerte, bien en mi peso, pero en un segundo todo cambió”.
¿Cómo vivió esos días?
“Me aburrí un mes entero, me preguntaba por qué, lloraba por el dolor de la rodilla y por lo emocional, porque antes de un torneo se entrena muchísimo, entonces lesionarte es duro, y no había experimentado tanto dolor. Llegué a pensar que no daba más, porque había tenido luxaciones, torceduras, nunca una cirugía y algo así, solo quería dormir para no sentir”.
¿Pensó en dejar de entrenar?
“Cuando me pude mover un poquito más empecé a venir a ver el entrenamiento de las niñas, estar en mi mundo, en lo que amo, así no pudiera entrenar y eso me ayudó a ser feliz. El cuerpo me pedía seguir y supe que quería mantenerme en la gimnasia porque me falta cerrar muchos ciclos”.
¿Qué la motivo para no decaer?
“El dolor disminuyó y el apoyo de mi familia, mi pareja, mi entrenador, mis compañeros de equipo, de mi universidad, los profesores, de los entes deportivos como Indeportes, Comité Olímpico, me llenó de fortaleza y recuperé las ganas de seguir. Me concieticé de que era un año duro, no iba a estar en Juegos Nacionales para lo que había entrenado mucho, pero comprendí que tenía que estar tranquila y fuerte”.
¿Cómo se
siente ahora?
“La adrenalina y la ansiedad son grandes, como si fuera la primera vez. En todas las competencias se sienten nervios, pero cuando se lleva tanto tiempo por fuera, algo que es nuevo para mí. Esto me cambió la forma de ver la gimnasia”
¿Qué le lección le deja este año?
“Que de algo muy duro salió un espíritu para aprender a disfrutar más mi deporte, ser más guerrera”.
¿Sigue soñando con Tokio?
“Es un sueño que he tenido, desde Río; mi entrenador quiere recuperar la rodilla 100% y luego ya pensar si me dan los tiempos para buscar la clasificación” .