La unidad deportiva de Castilla y el estadio Cincuentenario se han convertido, por estos días, en campos de batalla, pero para fines deportivos.
En la cancha, con el sudor en la frente, embarradas hasta sus caras, con la piel expuesta al sol, pero con una sonrisa y la mirada puesta en Brasil, se han dado los entrenamientos de las Tucanes, las valientes colombianas que el sábado buscarán dar un paso gigante en pos de asistir al Mundial de Nueva Zelanda.
Parte del crecimiento del rugby femenino colombiano ha sido la proyección que han tenido algunas jugadoras a nivel internacional.
Para el partido ante las brasileñas, Alejandra Betancur y Catalina Suárez pondrán la experiencia adquirida en el exterior al servicio del país, el cuerpo técnico y sus compañeras.
Tras uno de los extenuantes entrenamientos en el estadio Cincuentenario, en donde las 30 mujeres convocadas para este reto corrieron, sudaron, gritaron y atendieron con atención las indicaciones de los entrenadores, ellas hablaron de su experiencia.
España, linda vivencia
Alejandra cuenta que llegó a la nación ibérica después de jugar los Olímpicos de Río-2016.
“Conocí a José Miguel Gorrotxateg (trabaja para Rugby Europe como rugby services manager) y me dijo que si me gustaría vivir la experiencia del ruby quinces en España y me fui sin pensarlo”.
Cuando llegó se encontró con una estructura extraordinaria. “Es un nivel abismal, nos llevan 10 o 20 años más de desarrollo, así que he aprendido mucho, hay equipos de mujeres por montones, he crecido bastante y también ayudo a que ellos conozcan la competitividad que tenemos en Colombia”.
Alejandra, además, hace parte del Comité Femenino Mundial de la World Rugby, que es en esa disciplina lo que la Fifa representa en el fútbol.
“Somos cuatro mujeres que prestamos asesorías para ayudar en el desarrollo, dar nuevas ideas, y ahora se me abrieron un montón de puertas; también soy cónsul de la World Rugby y la idea es seguir abriendo espacios para el futuro del rugby nacional”.
En proceso de crecimiento
La polifacética jugadora y dirigente dice que la gran diferencia con España, en el rugby femenino, es que ese país lleva asistiendo a los últimos cuatro mundiales. “Nosotras ya vamos a pelear con Brasil la posibilidad de ir a un repechaje”.
Para Aleja, lo más difícil de su carrera en el exterior es encontrar el sabor y el gusto por salir adelante en esa disciplina. “En España no se siente ese disfrute de querer taclear (obstaculizar) a la otra y combatir al otro, eso me cuesta a veces, pero lo más bonito es que el rugby es un deporte universal, hay mucha fraternidad, todo el mundo se ayuda y cuenta con muchos valores”.
Dice que a través de su proceder en España le ha dado mayor visibilidad al deporte cafetero. “Les hemos abierto el panorama a las mujeres de acá para que sueñen más, que se den cuenta que pueden llegar a otro país y estudiar por intermedio del deporte”.
La rugbista indica que uno de los objetivos que tiene es inspirar a las mujeres a que practiquen más esta disciplina. “No es solo lo que hago yo, sino también los jugadores que están en Francia y Estados Unidos. En el rugby hay vida, una carrera por hacer”.
Respecto a lo que hace durante el tiempo libre en la concentración con la Selección, dijo: “El ambiente es muy agradable, somos un grupo fraternal y ojalá que expresemos eso el sábado cuando enfrentemos a Brasil, donde demos la vida la una por la otra”. Insiste en que el rugby está lleno de valores, todos aplicables al diario vivir: “Es mi vida, el motor y mi energía vital”.
Aprendizaje en Argentina
Catalina Suárez también compartió su historia y el por qué llegó a uno de los países más competitivos en esta especialidad. “Llegué allí por mi estudio, porque este deporte estaba como materia en la universidad. Fui a estudiar licenciatura en Educación Física y gracias a un entrenador, Fernando Torrijos, logré una beca para jugar en La Plata”.
Ahora, tras esa experiencia, Catalina quiere radicarse nuevamente en Colombia. “Pienso volver a vivir acá, ya terminé mi licenciatura. “Fue una etapa muy linda, bien vivida y aprovechada. Ahora quiero quedarme y transmitir todo ese conocimiento a mis compañeras. Y seguir haciendo parte de la Selección”.
Cata dice que Colombia va por buen camino y no está tan lejos de lo que es el rugby argentino.
“Hoy tiene mayor apoyo, todos los estamentos involucrados en el crecimiento están echando para adelante y tenemos la opción de llegar muy lejos”.
Para ella, estar en ese país no fue un paso difícil, sino edificador. “Allá quieren mucho a los colombianos por su empuje, su forma de ser, lo disciplinado y trabajadores. Fue una gran ventaja haber jugado allá. Me acogieron muy bien”.
Manifiesta que ha puesto al servicio del seleccionado el bagaje acumulado y trata de liderar al grupo.
Desde el día que llegó a Tucanes, la primera semana de diciembre, la recibieron de una forma muy especial. “El 3 de enero empezamos a entrenar la parte física en Castilla con las delanteras. Siempre tuvieron buena actitud conmigo, fue lindo y de ahí nació una hermosa amistad, es un grupo amable y sociable, que se ha prestado para una excelente integración”.
Agrega que ir al Mundial de Nueva Zelanda sería un sueño cumplido para ella y quienes están detrás de sus esfuerzos.
“Desde que empecé a practicar este deporte, tengo ese anhelo y de verdad que agradezco a Dios, a la vida, a la Federación y a la Liga que me dan esta oportunidad. Se me pone la piel de gallina de solo visualizarme allá”.
Cree que en pocos años Colombia tendrá un sitial importante en la historia de esta disciplina.
“Todo lo que estamos haciendo es en pos de ese reconocimiento, los sistemas que se están implementando desde la Federación son excelentes para el desarrollo del deporte y debemos continuar por ese camino, con la misma disciplina”.
El rugby le cambió la vida: “Es un estilo de vivir, y mucha gente ni se imagina los valores que te enseña, que van más allá de competir en una cancha. A mí me ha dado muchas cosas y lo que hoy soy es gracias a él” .