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Un niño de cinco años de edad se ha robado las miradas del público que ha llegado al diamante de béisbol Luis Alberto Villegas de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot de Medellín.
Durante los cuatro días que van de competencias en el Festival de Festivales, Milan Meneses Castellanos, “la mascota” del equipo Astros de Medellín, ha llegado a la cancha con su mamá, Mariana Castellanos Duarte, para acompañar y alentar a su hermano Matías, que está disputando el Babybéisbol.
“Vamos, vamos Matías, dale a esa bola. Hazlo con confianza que eres muy bueno. Yo creo en ti”, le grita Milan con su tierna voz de niño a su hermano.
Pero no lo hace desde las gradas del escenario, sino desde adentro de la cancha. En cada partido que ha disputado Astros en el torneo, Milan se para al lado de Delio García, el entrenador del equipo e incluso, en algunos momentos del encuentro, el niño toma el papel de mánager.
Le da indicaciones a los jugadores que están dentro del terreno de juego. Les dice cómo pararse. Se desespera cuando no le hacen caso o las jugadas no le salen al equipo. Se coge la cabeza si van perdiendo. Tira la gorra contra el suelo como con rabia cuando uno de los deportistas no logra pasar la base y queda ponchado. Grita todo el tiempo que dura el encuentro.
“Todo lo que hace Milan es natural. Si uno le dice que haga algo para grabar un video simplemente no le sale”, comentó Mariana Castellanos, su mamá.
“A mí me gusta mucho este deporte”, dijo Milan sentado en uno de los escalones del diamante de béisbol. A pesar de su corta edad habla con propiedad, tanto dentro como fuera de la cancha. Su pasión por el béisbol es tan grande que se sabe las funciones básicas de entrenador y de juez de campo. Verlo es un show.
Todo lo que sabe del deporte lo ha aprendido de Delio García, a quien le dice “mi profe” y por quien el niño siente un cariño casi paternal.
“Milan llegó a mí de 3 años, era muy pequeño y no jugaba, pero desde ese momento se apegó mucho a mí y se ha empapado bastante del tema. Por eso habla y se mueve con propiedad”, dijo García.
El lunes, antes de que empezara el partido entre Astros y San Andrés, que el cuadro antioqueño ganó 8 carreras a 7, el niño tomó la vocería y dio la charla técnica. Llamó a los deportistas con un fuerte grito de “vengan, estén conmigo”. Los jugadores del equipo, que son mayores que él, lo rodearon y escucharon con atención. “Muchachos vamos a batear tranquilos, no se preocupen, vamos, vamos, vamos”, gritó tres veces.
Después, puso su mano en el centro del círculo. Los jugadores lo siguieron y todos gritaron: “¡Astros!”.
Milan vive con su mamá y hermano en La Floresta, está cerca de ingresar a transición en el colegio El Concejo, y sueña con el paso de los años en convertirse en entrenador, juez y jugador de béisbol y así seguirse robando las miradas del público durante los partidos.
Esteban “El Pibe” del Babyfútbol
Por: Esteban Mosalve
Jurubirá es un pequeño corregimiento ubicado en el Golfo de Tribugá, en el Chocó. Su población no supera los 600 habitantes. En una de las casas ubicadas en este hermoso territorio, creció Esteban Perea Mosquera, un niño al cual la vida le brindó un talento particular para el fútbol, y que materializó en goce y alegría.
A Esteban lo apodaron “El Pibe” cuando mostró sus habilidades en las playas del corregimiento haciendo malabares y gambetas con ayuda de su mejor amiga, la pelota, y desde ese momento, ese sobrenombre lo acompaña. Su cabellera representativa recuerda al mítico Carlos Valderrama y su acento se mezcla perfectamente con la semejanza.
Su padre, un pescador y su madre, una ama de casa, dos personas que lo apoyan en cada momento, sin importar las dificultades que tiene la injusticia social.
Por el momento, este pibe chocoano de 11 años mantiene la ilusión de llegar a ser igual de legendario al Pibe samario que jugó mundiales y marcó la historia del fútbol colombiano. Mientras tanto, el Babyfútbol Colanta disfruta de su melena y sus jugadas de crack.
También juega con hombres
Por: José David Chalarca Suescúm
Karen Elena Ortega Hernández hace parte del equipo de Puerto López El Bagre. Desde sus 9 años integra el conjunto bagreño, y es una de las pocas jugadoras de la nómina actual que repite su participación del Festival de Festivales.
Sus papás la motivaron a jugar a la pelota desde muy temprana edad. A partir de allí, según sus entrenadores Luis Cortínez y Jhon Pérez, ha salido a relucir su fuerza y potencia dentro de la cancha, así como por su entusiasmo para pedirle el balón a sus compañeras. Aunque es algo tímida, prefiere hablar jugando... y con el balón a sus pies.
La talentosa jugadora, además, también tuvo la experiencia de jugar algunos partidos en la rama masculina con el Club Deportivo Malla Invicta de su municipio, en donde anotó varios goles en los 10 partidos que disputó.
Hernández se siente preparada para jugar con quien la pongan, pero no niega que hay una mayor dificultad al jugar con los hombres, pues este es un deporte más físico y rápido.
Estudiante de periodismo de la Universidad de Antioquia. Interesado en el periodismo narrativo y los deportes.