El Giro de Italia edición 105 llegó a su final. La etapa definitiva, una contrarreloj de 17,4 kilómetros se llevó a cabo en Verona y la meta fue instalada en la vetusta Arena, carcomido pero todavía imponente testimonio del antiguo imperio de los césares.
El ganador fue Matteo Sobrero, un piamontés de 25 años de edad, del equipo australiano Bike Exchange Jayco y campeón de Italia de contrarreloj en 2021. Sobrero, a quien comparan constantemente con Filippo Gana, el cohete del Ineos que en los próximos meses tratará de batir el récord de la hora, había sido cuarto en Budapest, en aquella crono de 9 kilómetros que ganó Simon Yates.
El joven nacido en Alba quemó los cronómetros en Verona. Rodó a casi 47 kilómetros por hora y cumplió el recorrido en 22 minutos y 24 segundos. El único que estuvo más o menos cerca de su tiempo fue el holandés Thymen Arensman, del DSM, quien necesitó 23 segundos más para llegar a la meta.
Vitorearon a Matteo cuando entró a la Arena. Lo aplaudieron como si fuera Francesco Moser, pero luego se olvidaron de él como se olvida un comercial de galletas en medio de una película de drama y acción.
Y es que eso fue el Giro hoy en Verona, el cierre de una película dramática, y Matteo no hizo más que escribir la primera parte del guión. Otro Matteo, también piamontés, escribió fantásticas historias en los siglos XV y XVI, pero también se olvidaron de él. Su apellido era Bandello y la historia asegura que fue el autor de Romeo y Julieta, esa edulcorada historia de pasiones, dagas, espadas y cicuta que conmovió al mundo, y que tuvo como escenario a Verona.
Bandello, dicen, escribió el bosquejo, pero fue Shakespeare, el Bardo, quien finalmente construyó sus recovecos, sus intrigas, sus escenas más dramáticas. Shakespeare tomó la obra blanca de Bandello y la enchapó en oro. La hizo suya, y pasó a la historia.
Ayer, aunque la etapa la ganó Sobrero, el drama del Giro pasaba por otro lado, por otros renglones, por otros pedalazos. Todos querían saber cómo se definía el conflicto entre Carapaz y Hindley, y todos, también, querían ver por última vez al ‘Tiburón del Estrecho’, Vincenzo Nibali, quien pedaleó por última vez en el Giro, y de a poco se va acercando al ocaso de su longa carrera.
Y todos esos finales se juntaron en la última parte de la etapa, con las calles repletas de aficionados y el rumor del Adigio volando entre vientos cálidos.
Nibali, como una nube de otoño, atravesaba la ciudad en su Wilier Triestina. Iba vestido de azul, clavado sobre el manubrio, pero sin intenciones de ganar la etapa. Sólo se despedía, cargado de años y gloria, como el Adriano de Yourcenar, vacío de fuerzas, pero repleto de triunfos y recuerdos. Una leyenda.
Ocupó el puesto 49 de la fracción, él, quien tantas veces apeló al cronómetro para demoler a sus rivales. La última etapa del Giro 105 no fue más que un paseo por el parque para él, quien no ve la hora de volver a Messina para plantarse en la plaza Unión Europea como un monumento.
Mejores que él estuvieron los colombianos Harold Tejada y Santiago Buitrago. El primero, del Astana, ocupó la casilla 32, a 2:05 de Sobrero, mientras que el segundo, del Bahrain, llegó en el puesto 42 a 2:29. Para el Buitre también fue un final bonito en la Corsa Rosa. Se llevó una etapa y ayudó a su equipo a ganar el tercer cajón del podio con Landa.
Cerca de las 4 de la tarde, con los vientos ya más fríos, anunciando lluvias desde las lejanas Dolomitas, llegó la escena final del Giro, el duelo entre Carapaz y Hindley. El ecuatoriano salió con su traje de gala, el olímpico, con la bandera de su país decorando con ribetes su vestimenta blanca. Parecía el gran cóndor andino, planeando por las carreteras trasalpinas con majestuosidad.
Pero eran pocos los kilómetros, era demasiada estrecha la arena de la batalla, y Hindley, el sorprendente australiano del Bora, sólo tuvo que ir a su ritmo, sin comprometer su seguridad en las chicanas, hasta llegar sano y salvo a la meta. Carapaz hizo todo lo que pudo, pero las contrarreloj no son su terreno. Tampoco era el terreno de Hindley, pero supo defenderse. El de Carchi alcanzó a rasparle algunos segundos, pero el Senza Fine, finalmente, confirmó su dueño.
El joven de 26 años de edad, nacido en Perth y subcampeón en 2020, subía al podio, por fin, para bañarse de champaña. “Campeón, campeón”, le gritaban desde todos los rincones de la vieja Arena, y él, que sólo lloró aquel día cuando perdió la carrera con Tao Geoghegan Hart, explotó de alegría. Primer título para Australia en el Giro, un país que, hasta que apareció Cadel Evans, sólo daba velocistas, y qué grandes velocistas: McEwen, O’Grady, Ewan.
Ahora cuentan con Hindley para aspirar a lo más grande, porque el joven del Bora, quizás el mejor equipo del momento, está para más proezas.
No fue la mejor de las presentaciones para Colombia, que el año pasado había vibrado con el título de Egan Bernal. Buitrago fue la sensación de este año, gracias a su triunfo de etapa en Lavarone y a su segundo lugar en la clasificación de los jóvenes. Fernando Gaviria también se destacó, pese a que no pudo llevarse ninguna victoria. El antioqueño fue segundo en la clasificación por puntos, detrás de Arnaud Demare. Tal parece que sus años en el UAE es tan llegando a su fin, y que nuevos aires se agitan en su futuro.
Hindley es el nuevo campeón del Giro y fue acompañado en el podio por Richard Carapaz y Mikel Landa. Koen Bowmann ganó la montaña y el Bahrain, gracias a Buitrago, coronó la clasificación por equipos. Terminaron 149 corredores de los 176 que comenzaron el recorrido en Hungría, hace tres semanas. Finalmente, Juan Pedro López, el español del Trek que fue líder durante varios días, quedó instalado en la décima casilla de la general, por delante de Valverde, y ganó la clasificación de los jóvenes.
Otro Giro, otra historia. Quizás, la del próximo año, sea una más emocionante, y con protagonismo colombiano.