Minutos antes, cuando se disputaban 85 minutos y restaba a la vez el tiempo de reposición del partido de vuelta que iba 0-0, violentos hinchas del cuadro vallecaucano, atentando contra la integridad de personal de seguridad y periodismo, causaron la suspensión del partido.
Finalmente, Atlético Nacional levantó su séptima copa de este torneo en el camerino y por falta de garantías se retornaba al campo a celebrar.
Una situación como esta no es nueva en el fútbol. Hechos similares, y en una final, se ha visto en otros lugares.
Por ejemplo, en Argentina, con motivo del partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores 2018 entre River Plate y Boca Juniors, esta no se pudo ni jugar en el estadio Monumental.
El juego fue cancelado por las autoridades de Conmebol tras un ataque al autobús de los xeneizes, cuando estos estaban cerca de llegar al escenario. Luego de esos incidentes en los alrededores del estadio, el partido se jugó el 9 de diciembre en el Estadio Santiago Bernabéu de Madrid, España, siendo la primera y única vez en la historia que un encuentro de la Libertadores se disputó fuera del continente americano. Allí, River salió campeón.
Además, si bien se logró disputar, la final de la última Copa América, que le ganó Argentina a Colombia 1-0, se tuvo que aplazar varias horas por disturbios y caos entre los hinchas y la policía en las afueras del estadio Hard Rock de Miami. Hasta el presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Ramón Jesurún, junto con su hijo, fueron acusados de agredir guardias de seguridad en dicho escenario.