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Fútbol colombiano, el malabarista que busca su equilibrio

En las tradiciones y soluciones pasadas podrían estar algunas claves para que el FPC resuelva la amenaza actual.

  • Fútbol de antaño (años 80 del torneo local), de grandes figuras y de comunión entre hinchadas. FOTO archivo
    Fútbol de antaño (años 80 del torneo local), de grandes figuras y de comunión entre hinchadas. FOTO archivo
  • Fútbol colombiano, el malabarista que busca su equilibrio
08 de mayo de 2020
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5a.
del mundo en 2019 figuró la Liga según la Federación de Historia y Estadística, Ihhfs.
58.600
millones de pesos perdió el fútbol colombiano en su último periodo (2019).

Justo después de la misa matinal comenzaba la peregrinación desde los barrios hasta las mangas que rodeaban la “nave”, que fue la forma más similar que encontró la gente durante mucho tiempo para describir el estadio Atanasio Girardot.

Aunque faltaban algunas horas para el partido, el tiempo y el hambre se mataban con el fiambre –generalmente pollo– y el juego preliminar que a veces resultaba mejor que el principal.

Luego la radio hacía su magia para llevar al hincha de paseo, sin moverse de la tribuna, por todos los estadios del país para saber los demás resultados. Y tras el pitazo final la cita era el siguiente domingo.

No hay que ser hincha para haber escuchado en alguna parte esas remembranzas del fútbol colombiano de antaño que, adaptándose a los cambios citadinos, conformaron el rito social alrededor de este deporte entre los 60 e, incluso, comienzos de los 90.

La nostalgia del aficionado parece estar siempre presta a aflorar recuerdos en ese inevitable ejercicio de comparación entre pasado y presente en el que el primero, casi siempre, sale mejor librado.

Sin embargo, en momentos excepcionales –como el actual– echar la vista atrás puede también arrojar luces y algunas soluciones.

Y es que aunque la pandemia desató una crisis sin precedentes en el balompié nacional, ocasionando pérdidas que superarán con creces los 80 mil millones de pesos que estimó hace dos meses Dimayor –entidad que dirige el Fútbol Profesional Colombiano o FPC–, la cosa tampoco venía muy bien.

El dossier de males del FPC, a grandes rasgos, se puede describir así: desinterés del público (solo 5 de los 20 equipos superaban los 15.000 hinchas de promedio por juego hasta que se suspendió el torneo, según información recopilada de los clubes); negocios que no cuajaron (los clubes esperaban obtener 60 millones de dólares por derechos de televisión y el dinero no aparece, conforme alegan los directivos); y pugnas dirigenciales (desde hace varios años hay dos bandos entre los clubes más fuertes y los “pequeños” que conforman la Dimayor).

“Decir que la pandemia fue la gran causante de nuestro mal momento es falso. Desde hace tiempo estábamos en una posición crítica y aguardábamos como último recurso el dinero por derechos de tv, un contrato mal hecho con inversionistas que no tenían como responder. Así estamos”, explica el presidente de Patriotas, César Guzmán.

Escapista de problemas

Parecería que de un caos semejante no podrían surgir cambios positivos. Error. La historia del FPC demuestra lo contrario.

De entre la cantidad de ejemplos hay uno emblemático, como relata el historiador Juan Manuel Uribe, en el que el desgobierno en el balompié propició la llegada de las grandes figuras de Suramérica y, dicen los entendidos, la mejor época de la Liga colombiana.

De 1944 a 1948 la Adefútbol (Asociación Deportiva de Fútbol que dirigía este disciplina en el país), se negó a la aparición del profesionalismo apelando a un supuesto espíritu olímpico. A los directivos que veían las bondades del profesionalismo decidieron rebelarse y fundar la Dimayor. Sin embargo, la Adefútbol seguía teniendo el reconocimiento de los órganos rectores (Fifa, Conmebol), y desafilió en 1949 a la Dimayor, por lo tanto el FPC quedó fuera de las normas internacionales.

No obstante, esto causó que las grandes figuras suramericanas, entre estos los argentinos que estaban en disputas con sus clubes, encontraran en Colombia la opción para jugar bajo sus condiciones y sin contraprestación para sus equipos de origen. Se produjo la llamada época de El Dorado.

Para aterrizar esa situación a hoy es como si Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, Neymar y Sadio Mané pelearan con sus federaciones y llegaran al país a encontrar una vía de escape durante algunos meses.

El Dorado fue considerada la época de mayor lustre en la liga patria, porque llegaron futbolistas de talla mundial, como Alfredo Di Stéfano, Julio Cozzi, Néstor Raúl Rossi, Adolfo Pedernera, entre otros jugadores, finalizó a comienzos de los 50 y sentó las bases de la afición en Colombia.

La Adefútbol sucumbió en los 60, Dimayor se formalizó desde entonces, y en ese lapso los conatos de quiebra, problemas logísticos y deportivos se sofocaron con creatividad y diligencia.

Ciertamente el FPC está fundada sobre crisis cíclicas, progresos lentos y constantes modificaciones. Para ilustrar, hace apenas 10 años, 8 de los 36 elencos que conforman hoy la entidad no existían, y en los 72 años de profesionalismo, 38 equipos han desaparecido, es decir, muere un equipo casi cada dos años.

Sin embargo, el balompié nacional ha sido un verdadero malabarista para librarse de estos líos. Planes de salvamento financiero a equipos, acuerdos urgentes para mejorar condiciones laborales y fuentes de ingreso que aparecen a última hora.

Claro, el contrapeso al poder dirigencial ha sido, en gran medida, responsable de varios de estos logros. “En la última década hemos ido acabando el rezago de décadas en materia laboral. Sin garantías como seguridad social, pagos oportunos y contraposición a los dirigentes nuestra liga sería absolutamente inviable”, expone Carlos Puche, presidente de Acolfutpro –Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales–.

Plan reconquista

Si bien, como dice el presidente de Patriotas, los embrollos del FPC no comenzaron por cuenta del coronavirus, la inactividad por la pandemia sí sirvió para dimensionar la brecha que se abrió entre el público y la Liga.

Podría señalarse como responsable a la calidad del espectáculo deportivo. Y sí, referentes del fútbol como Jorge Luis Pinto y Luis Fernando Suárez advierten que la versión actual del fútbol patrio debe mejorar más en aspectos como la cualificación del futbolista.

Sin embargo, aun con reparos, el nivel de la Liga tiene puntos destacados. Por eso, aunque discutible, el torneo colombiano ha sido catalogado seis veces entre los mejores 10 del planeta en los últimos siete años, según la Federación Internacional de Fútbol y Estadística –Iffhs–.

Además, los mismos protagonistas del juego defienden las bondades de la Liga. “Muchos países de la región se quisieran el nivel técnico de nuestros futbolistas. Tácticamente también hemos sido una liga aventajada”, pondera Andrés Ricaurte, capitán del DIM y considerado por el “Pibe” Valderrama como el mejor exponente criollo en el torneo.

El meollo del asunto, entonces, podría apuntar a lo que el experto en marketing y gerencia deportiva, Juan Carlos Ángel, llama “pérdida de identidad”.

“Los hinchas viejos no sienten que lo de hoy tenga nada que ver con el entorno en el que se hicieron adeptos a un club, a la Liga. Y los jóvenes tampoco encontraron vínculos muy afines. El barrismo, que llegó (a finales de los 90) como una nueva forma de interacción en el FPC terminó siendo un arma de doble filo que exilió a mucha gente de los estadios”, dice.

Considera Ángel que a la dirigencia en las últimas dos décadas le ha faltado “chispa” para lograr fidelización de nuevas generaciones.

Jorge Enrique Vélez (presidente de Dimayor) dijo en 2018 que retornarían los recordados partidos preliminares y que crearía nuevas formas de entretenimiento alrededor del fútbol para atraer a las familias. Sus antecesores prometieron cosas similares, pero ni recuperaron tradiciones ni incorporaron nuevas estrategias”.

Sin embargo, dice Ángel, aún se está a tiempo de reconquistar al público. La falta de competencia, que superará los 5 meses –algo que nunca ocurrió en la era rentada desde 1948– puede ser la estrategia para revivir el fervor que lograron esas tardes de domingo, en las que el pollo frito y las paletas de agua alimentaban el rito del fútbol. Por ahora es pertinente revisar algunas de esas tradiciones descontinuadas y los aciertos que han tenido con el paso de los años (ver módulos).

7
de los 10 clubes pioneros del rentado siguen vigente, entre estos, Nacional y DIM.
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