Este viernes 15 de noviembre el fútbol colombiano recuerda uno de los episodios más oscuros de su historia: el asesinado, hace 30 años, del árbitro Álvaro Ortega Madero, sucedido en Medellín.
El homicidio del central bolivarense generó, paralelamente, dos hechos históricos: cancelación del torneo y el retiro del arbitraje de Jesús Díaz, considerado en su momento, uno de los mejores a nivel mundial.
Todo comenzó cuando el trabajo arbitral de Ortega fue criticado después del choque disputado en el estadio ‘Pascual Guerrero’ de Cali, el 29 de octubre de 1989, en que el América derrotó 3-2 a Medellín en disputa de los cuadrangulares semifinales del Torneo Finalización.
En esa ocasión, el árbitro de 32 años en esa época y nacido en Robles, corregimiento de El Guamo (Bolívar), anuló un gol anotado por Carlos Castro, con el cual se alcanzaba el empate faltando dos minutos para concluir el compromiso.
19 días después, la Dimayor designó, como terna para dirigir el juego de vuelta entre ambos equipos, a jugarse en el Atanasio Girardot, a Orlando Reyes, como árbitro centra), Álvaro Ortega (juez de línea 1) y Jesús Díaz (juez de línea 2), programado para las 8:30 de la noche del miércoles 15 de noviembre de ese año. El cotejo terminó 0-0 y después vino el oscuro desenlace que terminó con la muerte de Ortega, abaleado por sicarios, por orden de Pablo Escobar, según las autoridades de la época y, ratificadas, posteriormente por “Popeye”, uno de los lugartenientes del capo del cartel de Medellín.
Muchos años pasaron y permaneció la versión de una supuesta responsabilidad en caso de apostadores pero también del “ajusticiamiento” por parte de la mafia de la época. La Fiscalía, posteriormente, adujo que la investigación no avanzó y el caso quedó impune.
“Ese día yo estaba al lado del patrón y América de Cali le ganó a Medellín con la mano del árbitro. Pablo quedó muy ofendido y ordenó a Chopo que buscara al árbitro Álvaro Ortega para matarlo”, relató Popeye en el documental Los dos Escobar y que salió publicado en Las 2 Orillas.
Este suceso obligó al Gobierno nacional a suspender el campeonato profesional de fútbol.
Muchos de los equipos pedían continuar el torneo, pero en asamblea extraordinaria de la Dimayor, se decidió, el 22 de noviembre, dar por concluido o mejor, anular el campeonato.
Esta ha sido la única vez que un torneo no otorga título a ningún equipo.
30 años después, su sobrino Carlos Arturo Ortega, se constituye en uno de los buenos árbitros que tiene el fútbol colombiano. Precisamente el pasado miércoles dirigió el juego de punteros del grupo A entre Tolima y Nacional.
“Cada vez que me corresponde pitar un partido se me viene a la mente la imagen de mi tío Álvaro. Él es el ángel que me ilumina desde el cielo”, dijo Carlos Arturo a la página lachachara.